A los 11 años, Sebastián comenzó a beber alcohol. A los 12, tuvo su primera relación sexual. A los 13, lo sorprendieron con marihuana en el colegio. A los 14, se drogó con anfetaminas. A los 15, consumía cocaína. Ahora, a los 21, es narcotraficante y adicto empedernido a la heroína.

Su infancia fue feliz. Era el niño estrella de una familia de cinco personas, exitoso en el deporte y querido por sus padres. Un chico estupendo, la antítesis del mito aquel que busca la razón de las adicciones en una niñez traumática. Quizás por eso, por tenerlo todo, cayó en las drogas. Su vicio, al que Sebastián prefiere llamar «hábito», arrastró también a Marcel, su hermano menor.

«A los 9 ó 10 años, Sebastián golpeaba y gritaba a quien no lo obedecía», cuenta Albert, su primo. «Cuando empezó a salir mal en el colegio, no le exigí buenas notas. Prefería que fuera feliz», admite el padre. «Esa marihuana no era de él, sino de una chica que se la lanzó», sigue engañándose la madre, a pesar que su hijo mayor siempre le advirtió que la hierba sí era de Sebastián. Aquí no se derrumba ningún mito: la excesiva condescendencia también es culpable de adicciones.

Los sentimientos de esa familia se desnudan ante la cámara de Intervención, un muy poco común reality show que transmitirá A&E desde mañana. El lente también revela lo que ocultan las persianas: el terrible momento en que los chicos se drogan, los dramas internos, las acusaciones, la culpabilidad, las ilegalidades y frases tan terribles como las de un padre que dice «cada mañana me despierto desesperado pensando que ése puede ser el último día que los vea con vida». Pero también muestra el momento de la «intervención» profesional que en 70% de los casos ha sido exitosa, según revela César Sabroso, vicepresidente de Mercadeo de A&E. «Además de ayudar a prevenir, queremos transmitir el mensaje que las adicciones sí se curan pero que, también, le ocurren a cualquiera», añade.

Cada episodio requiere de meses de grabaciones, de asesoría directa con especialistas en rehabilitación, de terapias intensivas y de permisos por parte de los protagonistas.

Aunque el primer episodio trata sobre la adicción de dos hermanos a la heroína, los demás profundizan en otros temas, como la adicción a cortarse la piel, adelgazar al extremo, a los somníferos, al alcohol. Algunas veces, las adicciones son compartidas por varios miembros de la familia.

La historia no se hace ajena. Así lo confirmó el médico Pedro Delgado, de la Fundación Humana, especializada en rehabilitaciones, después de ver el primer episodio: «Aunque el caso de Sebastián y Marcel ocurre en Estados Unidos, los puntos básicos son comunes en todos los países. Es algo que observamos en Venezuela con frecuencia».