Otra vez, la Ciudad da un paso adelante en materia de seguridad vial. Aunque la medida promete disparar la polémica. En un plazo no menor a dos meses, según pudo averiguar Clarín, los agentes de tránsito podrán controlar si los automovilistas consumieron drogas. En principio, se buscará la presencia únicamente de cocaína, marihuana y éxtasis. El objetivo sigue siendo prevenir accidentes viales. Pero se da en medio de un debate social y judicial sobre el consumo de drogas y la tenencia personal.
En los controles se buscará detectar la presencia de drogas (en principio sólo ilegales) a partir de la saliva de los conductores. Hay distintos tests, que van desde chupar una pipeta hasta escupir en un vaso. Antes de fin de mes, el Gobierno porteño lanzará una licitación para definir cuál se aplicará. En todos, el resultado demora entre tres y cinco minutos, y la saliva se expone a un reactivo que da positivo o negativo. En el Gobierno porteño advierten que se buscó un método «no invasivo, estéril y descartable».
Como los test son caros (cuestan unos US$ 20) se está evaluando hacer un primer control mediante de un dispositivo especial que mide la dilatación de la pupila, ya que es un síntoma frecuente del consumo de drogas. «Los que dan negativo pueden seguir circulando y sólo a los positivos les hacemos el test de la saliva», explicaron en la Dirección General de Seguridad Vial. Las dudas, en este momento, pasan por la demora adicional que les generaría a los automovilistas, teniendo en cuenta que hay medicamentos, como los antigripales, que también pueden producir agrandamiento de la pupila.
Las autoridades prometen que los nuevos controles, que se agregan a los de alcoholemia, se concentrarán en «zonas calientes», donde hay gran cantidad de boliches o restoranes, y que se harán con «personal especializado». «Hoy hacemos controles de alcoholemia que dan negativos en autos repletos de botellas de agua mineral, propio de quienes consumen éxtasis, y no tenemos herramientas para avanzar», explicaron en la Ciudad. En un principio, sólo controlarán las tres drogas más habituales, pero la lista podría ampliar se a drogas «legales» como las anfetaminas o las benzodiacepinas.
Para defender los controles, los especialistas enumeran los efectos que causan las drogas a la hora de manejar: dificultad en la coordinación, velocidad de reacción, visión nublada, distorsiones de espacio, tiempo y lugar, entre otros (ver Los riesgos de cada sustancia).
Según un informe reciente del Observatorio de Adicciones de la Ciudad de Buenos Aires, el consumo de sustancias psicoactivas va en ascenso sostenido. Mientras tanto, la Justicia sigue debatiendo sobre la despenalización de la droga para uso personal. «Se trata de cuidar la vida de los conductores y de las demás personas. Los que consumen drogas no pueden conducir. No me interesa qué hacen en su vida privada. Ahora, si el fiscal que interviene le quiere dar parte a la justicia federal, esa ya es una decisión suya», le dijo a Clarín el ministro de Justicia porteño, Guillermo Montenegro.
¿Cuál es la pena? La misma que para alcoholemia: además del secuestro del auto, una multa de $ 200 a $ 2.000 o 1 a 10 días de arresto. El artículo 111 del Código Contravencional porteño prohíbe «conducir bajo los efectos de estupefacientes». También lo estipula la Ley Nacional de Tránsito.
Más allá de los aspectos médicos y legales, en la Ciudad aseguran que este tipos de operativos ya se aplican en otras partes del mundo. En Australia, durante 2008 se realizaron 39.510 controles, con un resultado de 888 positivos, lo que representa un 2,52%. También se hacen en Estados Unidos, Inglaterra y España, entre otros. En América Latina, en cambio, no hay antecedentes.
A diferencia de la alcoholemia, donde se permite hasta 0,5 de alcohol en sangre, en los controles de drogas no habrá una concentración tolerada: la mera presencia de la sustancia impedirá que los conductores sigan manejando.