El inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía y profesor del Centro de Formación de Ávila, José Ramón Álvarez, habla de «revolución silenciosa» cuyos efectos se han empezado a notar en los últimos años en el descenso de la tasa de mortalidad y de heridos graves en las carreteras. Sin embargo, la histórica preocupación por los que corren demasiado o beben a pesar de tener que coger el coche desvía ahora parte de su atención a los que se administran sustancias psicoactivas que afectan a la conducción.

José Ramón Álvarez ha desarrollado un trabajo de investigación del que se desprende que durante los años 2009 y 2010, periodo del estudio, la presencia de este tipo de sustancias entre los conductores fue casi el doble que el alcohol. «Mientras hay una creciente tendencia de abstener alcohol a la hora de conducir, no existe casi ninguna de no hacerlo una vez que se han consumido estupefacientes, sobre todo cannabis y cocaína», detalla el inspector.

No obstante, los efectos de las drogas son, para Álvarez, todavía más negativos y peligrosos que el alcohol, puesto que carecen de algunos de los síntomas externos de la embriaguez como la alitosis o la pérdida de equilibrio. Las drogas al volante disminuyen la capacidad de reacción, de concentración; reducen la agudeza visual, auditiva y de reflejos y pueden provocar falsas sensaciones de control y alucinaciones, así como inducir a la conducción arriesgada y violenta.

Para este inspector, las causas de la falta de concienciación. Las campañas de sensibilización sobre alcohol, velocidad o distracciones están más extendidas, y, por otro, la falta de un aparato fiable para detectar sustancias tóxicas.