La muerte por cáncer de pulmón de un número importante de azafatas llevó a una aerolínea norteamericana a abrir una investigación a principios de los años noventa. ¿Qué estaba pasando? Ninguna de ellas era fumadora. ¿A qué se debía entonces aquella acumulación de fallecimientos? El informe definitivo no dejó lugar a dudas: el tabaquismo pasivo había acabacado con sus vidas. Los resultados del trabajo fueron tan contundentes que las compañías aéreas se apresuraron a prohibir fumar, primero en los vuelos nacionales y finalmente en todos, los intercontinentales incluidos.

Hoy, casi veinte años después, se sabe que uno de cada cinco fallecimientos relacionados con el hábito de fumar se debe a lo que los expertos llaman «el humo de segunda mano». El especialista Miguel Asqueta, experto internacional en la lucha contra el tabaquismo, lo tiene claro:

«Estamos ante una cuestión de derechos humanos. Quien quiera fumar es libre de hacerlo; pero sabe que tiene para ello todo el aire libre del mundo. Los lugares cerrados, entre cuatro paredes, donde enferma el de al lado, necesariamente tienen que ser espacios libres de humo».

Asqueta, vicepresidente del Centro para la Investigación para la Epidemia de Tabaquismo (CIET) de Uruguay, abre hoy una jornada en Bilbao con el enunciado «Fumadores pasivos:una cuestión de derechos humanos».

Asqueta, médico y ex diputado uruguayo por el Partido Nacional, argumenta que un fumador pasivo es alguien que voluntariamente ha decidido «no contaminar su cuerpo con cualquiera de los más de 60 agentes cancerígenos que contiene el tabaco. Es legítimo que alguien decida fumar, pero lo es tanto quien decide lo contrario. Deben respetarse ambas opciones».

La «tragedia» de la gripe A

Ahora bien, ¿tiene derecho el fumador a hacer algo que daña la salud del no fumador? El problema, según el especialista, va más allá de las muertes por cáncer entre los fumadores pasivos.

Numerosos informes coinciden al señalar que un número importante de infartos ocurridos a edades comprendidas enre los 40 y 45 años se deben a los cigarrillos que se fumaron otros. «Y lo peor es que la persona que sufre ese infarto se queda con una insuficiencia cardiaca de por vida».

Pero ¿no es excesivo hablar de patología? El experto opina que no. «Hace un año -relata Miguel Asqueta-, en Europa se produjo una gran alarma por la amenaza de la gripe A. El mundo entero lo vivió como una tragedia. En un año enfermaron cientos de miles de personas, las mismas que mueren por el tabaco en un solo mes».