En las calles y en los consultorios, la prohibición de las drogas viola el derecho a la salud de los consumidores.

Las personas utilizan drogas, ya sean lícitas o ilícitas, para controlar el dolor, sobrellevar traumas, aliviar síntomas, mejorar el rendimiento y gestionar el placer. Desde el azúcar hasta el café, desde el alcohol hasta la cocaína, desde los hongos hasta el cannabis, desde los sintéticos hasta las semillas, lianas, tés, extractos y hojas: no hay registro de una sociedad que no haya hecho uso de psicoactivos.

La demanda de sustancias criminalizadas como la marihuana, la cocaína y la heroína se ha mantenido estable o en crecimiento incluso después de décadas de prohibición y represión. Las industrias de drogas legalizadas como el alcohol, el tabaco y los fármacos se han consolidado como grandes agentes económicos y culturales en el último siglo. Aceptar la realidad de que el uso de drogas es parte de la experiencia humana, es la base para cualquier política sustentada en el respeto a la autonomía y los derechos civiles.

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