Aunque la venta de alcohol a menores de 18 años está prohibida en Castilla-La Mancha, aún hay quien hace oídos sordos a esta advertencia. Es difícil saber a qué medios recurren los adolescentes para conseguir las bebidas, pero los datos del servicio de Urgencias del Hospital General demuestran que los menores de Albacete tienen acceso al alcohol. El año pasado, los médicos de Urgencias atendieron a 35 chicos, de entre 12 y 17 años, con síntomas de intoxicación etílica. Asimismo, en lo que va de año, un total de 28 menores ha necesitado asistencia sanitaria por las mismas causas.

De todas formas, no sólo los menores beben lo que no deben y más de la cuenta. El coordinador jefe de Urgencias, Claudio Peñalver, explicó ayer a este diario que el año pasado Urgencias atendió 340 casos de intoxicación etílica, de los que un 10% eran menores, mientras que, en lo que va de año, han sido 220 pacientes los que han requerido atención por beber en exceso, pasando el porcentaje de menores del 10% de 2001 al 13%.

Los chicos suelen llegar a Urgencias acompañados de amigos de la misma edad y, generalmente, los viernes y los sábados por la noche. El médico, según manifestó el doctor Peñalver, tiene la obligación de atenderlos y, si logra averiguar su identidad, avisar a los padres. El problema está en que, en la mayoría de los casos, el paciente se niega a dar su nombre por miedo a la reacción de sus tutores. Una vez que ya ha pasado todo, otra de las obligaciones del doctor es comunicar el caso al juez de guardia, ya que vender alcohol a menores es un delito.

En relación con el tratamiento, el doctor Peñalver manifestó que el primer paso del médico consiste en ver en qué estado se encuentra el paciente, ya que la pérdida de consciencia requiere un lavado de estómago, con el objetivo de que el enfermo no se ahogue en su propio vómito. Si el intoxicado está consciente, los médicos lo someterán a pruebas de hipoglucemia e hipotermia, para confirmar que no sufre una bajada de azúcar y que sus constantes vitales están estables.

Peñalver confirmó que la mayoría de las personas que llegan en estado de coma etílico o intoxicación, una vez que ha pasado el susto, son poco proclives a hablar del tema. Sin embargo, es fácil constatar que, mientras los menores se emborrachan con calimocho, los adultos optan por bebidas de más calidad. En todos los casos, la medicación es la misma: azúcar, vitamina B como alivio de los síntomas y lavado de estómago en caso de que haya pérdida de consciencia.

A pesar de que en un año se tratan más de 300 casos de intoxicación etílica, raramente acaban ingresando en el Hospital General. El paciente permanece en Urgencias hasta que pueda mantenerse en pie, pero se le aconseja que siga el tratamiento en casa, con bebidas azucaradas y bien abrigado.

Secuelas

Asimismo, Peñalver aseguró que las secuelas de una borrachera no suelen ir más allá de las náuseas y el dolor de cabeza. En raras ocasiones, la intoxicación etílica lleva consigo daños hepáticos. De todas formas, el doctor Peñalver reconoció que hay casos reincidentes y situaciones excepcionales en las que el paciente tiene que ingresar en la unidad de críticos.

Cabe señalar que las Urgencias del Hospital General atienden una media de 118.000 pacientes al año, por lo que el porcentaje de intoxicaciones etílicas es prácticamente imperceptible.