Varios centros de rehabilitación de drogadictos de Uruguay cuestionaron hoy el plan gubernamental de impulsar la legalización de la marihuana para evitar que los jóvenes caigan en drogas más adictivas y peligrosas como la pasta base de cocaína, asociada al aumento de la delincuencia juvenil.

La portavoz de la Fundación Manantiales, Melissa Cuadro, dijo a Efe que esa institución no está a favor de la medida porque considera que «en la realidad no están dadas las condiciones para que se lleve a cabo una legalización» de este tipo.

«La marihuana es la puerta de entrada a otras drogas; si la legalizamos dejaríamos esa puerta abierta», advirtió Cuadro, que considera el tema «bastante delicado» y cree que «debería someterse a decisión popular, a un referéndum».

El Gobierno uruguayo anunció el miércoles su intención de que el Estado asuma el control de la producción y la distribución de la marihuana, con el argumento de que el consumidor de marihuana acaba cayendo en la pasta base de cocaína al tener que acudir al mismo al mismo lugar a comprarla en el mercado clandestino.

Aún no existen detalles sobre la medida, pero por trascendidos e insinuaciones de las autoridades, parece que el gobierno prevé supervisar la plantación de la marihuana y crear un registro de consumidores a los que ofrecerá dosis periódicas de la droga.

Según Cuadro, el caso del tabaco demuestra que la legalización no siempre es la salida.

«Más allá de que esté legalizado sigue existiendo un mercado negro del tabaco y no hay seguridad de que con la marihuana no pase lo mismo», enfatizó.

La Fundación Manantiales, que comenzó en Argentina, tiene representaciones en Brasil y España, y se instaló en Uruguay en 1993, donde tiene dos sedes, una en Montevideo y otra en el interior del país.

Para Nicolás Fabicius, exdrogadicto y coordinador de la ONG Remar, «no porque se legalice la marihuana se va a evitar la adicción».

Fabicius coincidió con Cuadro en que la marihuana puede ser la puerta de entrada a drogas más duras.

«Como exadicto, recuperado, pues hace trece años que no consumo nada, puedo confesar que no empecé por drogas pesadas, empecé por la marihuana, el tabaco y el alcohol», relató.

Remar tiene 14 casas en Montevideo donde atiende, no solo a drogadictos, sino también a otros sectores marginales, como niños en situación de calle, madres solteras o víctimas de la violencia de género.

«Es mejor ayudar a las ONG que están ayudando a las personas a salir esa adicción que fomentar estas cosas», indico Fabicius sobre su idea para terminar con la problemática.

Por su parte, el director del Centro de Rehabilitación Izcal, Fredy Da Silva, sostuvo en declaraciones al diario El Observador que «no hay ningún dato ni ninguna prueba de que la legalización de una droga reduzca el consumo de otras».

«Es como que tengas un dolor de cabeza y te tomes un analgésico para el estómago», recalcó el médico.