El Ministerio de Salud afina los últimos detalles de una agresiva estrategia que, aunque claramente se enfoca en prevenir el consumo, también enfrenta con pragmatismo los efectos nocivos para los usuarios de drogas ilegales.

Fuentes en el Gobierno explicaron que una de las medidas contempla la distribución de jeringas entre la población que consume heroína para combatir el contagio y propagación de enfermedades como el sida y la hepatitis B a través de las agujas compartidas.

Esta es una propuesta que desde hace varios años estaba en capilla y que ya tuvo un plan piloto en Pereira.

Allí, la Alcaldía local, con el apoyo del Gobierno y de varias entidades internacionales, implementó un programa llamado ‘Cambie’, que consistía en «distribuir material higiénico de inyección para reducir el daño del consumo de heroína y otras sustancias inyectables, previniendo así la transmisión de enfermedades». (Lea también: Encuesta revela ‘disparada’ del uso de marihuana en ciudades).

En esa ciudad fueron identificadas 240 personas con problemas de drogas inyectables, y se encontró que el uso compartido de agujas asciende al 64 por ciento de esa población.

Las investigaciones detectaron sitios de encuentro de consumidores y allí se implementó la entrega de kits (jeringa, alcohol, agua estéril, filtro, gasa, curitas y preservativos), todo bajo supervisión y control de funcionarios del sector salud.
Tras la experiencia piloto y el análisis de lo ocurrido en países como Francia, Holanda, Inglaterra y España, donde medidas similares han sido efectivas, se determinó darle paso a la estrategia nacional.

Ahora, se ampliará el proyecto a otras zonas de Pereira y a las otras cinco ciudades con mayores reportes de uso de heroína: Cúcuta, Medellín, Bogotá, Cali y Armenia. En el caso de Santander de Quilichao -municipio caucano que tiene graves problemas con esa droga porque es uno de los centros urbanos más cercanos a las áreas de cultivo de amapola-, no se aplicará esta estrategia. Allí la heroína se consume inhalada.

El ministro de Salud, Alejandro Gaviria, dijo que aún trabajan en la manera como se financiará esta estrategia, para lo que se buscaría cooperación internacional. Entre tanto, esa cartera trabaja en la cotización de, al menos, 100.000 kits para la entrega en una primera fase.

También, trabaja en la conformación de grupos especiales que irán a los puntos de consumo para entrega y recolección del material.

En las discusiones sobre ‘reducción del daño’ entre la población consumidora también se ha analizado la viabilidad de entregar elementos a los consumidores de basuco, que usualmente utilizan ‘pipas’ artesanales, para reducir el impacto destructor de esa droga sobre las vías respiratorias.

En las mesas de trabajo, los expertos también tocaron la polémica propuesta del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, de entregar dosis de marihuana para tratar la adicción al bazuco. La conclusión fue que no existe evidencia científica que demuestre que ese tratamiento dé resultados positivos.

Frente a las campañas de prevención, el objetivo ahora es fortalecerlas, no solo las que tienen que ver con el consumo de sustancias ilícitas sino también con la ingesta de alcohol, tabaco y tranquilizantes.

Aunque el Sistema Integrado de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU no incluye en su censo las hectáreas sembradas con marihuana ni de amapola -solo se enfoca en las matas de coca-, sí tiene información sobre el tráfico de estos estupefacientes. Esa investigación también alertó sobre el aumento del consumo de heroína y, sobre todo, de marihuana.

Amapola, en 4 zonas

El Simci 2014 dice que la Policía Antinarcóticos reportó 298 hectáreas con amapola en el 2013, 15 menos que en el 2012. Los cultivos están concentrados en Cauca y Nariño, y hay otro tanto en Huila y Tolima.

En un año pueden producir 11 toneladas de opio secado al horno, que a su vez representan alrededor de una tonelada de heroína.

«De acuerdo con esta cifra, se puede considerar que Colombia ha salido del ciclo de la oferta internacional de opiáceos (…). Sin embargo, frente a la dinámica interna del país, el incremento significativo en el Cauca, el aumento de las prevalencias del consumo y el comportamiento de los precios, se deben generar alertas en el Gobierno de Colombia», se lee en el informe del Simci.

Cauca pasó de 102 hectáreas, en el 2012, a 219 el año pasado, según las mediciones satelitales.