Perfil

Cargo: Jefe de Toxicología de la Secretaría de Salud de Cali.

Estudios: Médico de la Universidad del Valle. Tiene tres post grados, uno en Medicina Deportiva y Doping de la Universidad Católica y Federal de Porto Alegre de Brasil, otro en Fisiología de Músculos y uno más en Salud Pública de la Univalle.

Actualmente también es docente de toxicología y pediatría en Univalle. Fue nombrado, además, Jefe Antidoping de los Juegos Nacionales.

¿Cuál es la realidad del consumo de «popper» en los jóvenes?

Estas sustancias han entrado lentamente hace varios años. Lo que pasa es que, al organizarse el mercadeo y el tráfico de la sustancia, ha aumentado la oferta y la cantidad de muchachos que consumen. Pero debo decir que el riesgo que hay de que mueran o se lesionen ha aumentado al punto en que ya están apareciendo los lesionados. Y ya hay un muerto. El problema se está volviendo serio y real. En Cali nadie ha muerto, pero sí hemos hospitalizado y tratado varios casos, lo cual es alarmante porque antes no había ocurrido.

¿Por qué los muchachos se sienten atraídos por esta droga?

Esta sustancia tiene unos efectos euforizantes. Y es equivalente al pegante que inhalan los indigentes en la calle. Si los muchachos continúan haciendo estas inhalaciones, van a terminar igual, con daño cerebral, deterioro social, indigencia y todo este tipo de cosas. Esto es una adicción y ya tenemos un grupo de muchachos en programas rehabilitación. Entonces, no se puede considerar un asunto menor y mucho menos no adictivo. Tenemos testimonios de muchachos que dicen que son adictos al «popper» y eso es una palabra mayor.

Entonces tuvo que morir un joven para que el tema tomara fuerza…

El asunto se destapó porque alguien murió, cuando desde hace meses han estado a punto de ser víctimas varios en la ciudad. Hubo tres hospitalizaciones aquí en Cali, que presentaron síntomas asociados al consumo de esta droga y a la intoxicación característica de esta sustancia: llegan azules al servicio, cianóticos y hay que atenderlos de emergencia para que no mueran. En quince años que llevo de toxicólogo en la ciudad es la primera vez que pasa esto, habíamos tenido seis casos, con dos muertes, pero fueron accidentes laborales y no eran consumidores.

¿Las cifras van en aumento?

Claro que están aumentado. Pero tengo mucho respeto por la sociedad caleña como para decir que el 50% de los jóvenes que están en el colegio, en bachillerato, consumen esta sustancia. No veo una metodología ni una estadística clara en un estudio que dice esto. Lo que podemos decir es que, efectivamente, tenemos claro que hay unos casos que han presentado intoxicación con la sustancia, y que todo el mundo reconoce dónde las venden. Eso es una realidad. Pero cualquier estudio serio hecho en Colombia sobre consumo de cocaína o marihuana habla de un 10% ó 15%, así que no podemos hablar de cifras que superen esas.

¿Qué hay que hacer en Cali para hacerle frente a este consumo?

Hay que interceptar las fuentes de suministro ilícito. Hay unos lícitos que son los comerciales, los industriales y de reparación. Pero el ilícito es mucho más masivo. Se están vendiendo toneladas de la sustancia porque los consumos de los muchachos también son altos. Por eso hay que hacer un estudio serio y riguroso para establecer el grado del problema.

¿Hoy es el «popper», mañana qué?

Siempre llegará algo nuevo. Pastas, sustancias vegetales, hongos, inclusive, en Cali hay cierto nivel de mercado de ácido, una sustancia de los años 60. Es algo que se reencaucha, es un alucinógeno y se consigue fácil.

¿Qué otra droga están ingiriendo los jóvenes?

Heroína. Esta droga está popularizada y democratizada, suelta en las calles. Desde aquí usted agarra un telescopio y ve los sembrados. Son tantos en la cordillera central que se pueden ver. Llegan las avionetas periódicamente, los fumigan, pero los cultivadores están siempre probando en distintos sitios para ver dónde logran cosecha. La oferta de heroína en Cali es muy alta y barata. Cualquiera, con tres mil pesos, se mete una inhalada de heroína. Porque otra sorpresa para los médicos es que la heroína es inhalada, no inyectada, por lo que no se puede hacer el diagnóstico del paciente que llega en paro a los hospitales. Muchas de las víctimas que se han despertado en los hospitales dicen que pensaban que estaban metiendo perica, pero no. Lo peor es que esta es la droga más adictiva. Y le sigue la cocaína. El año pasado recibimos 15 pacientes con sobredosis y lesiones cerebrales.

¿Cuál es su posición frente a la legalización de la droga?

Me opongo totalmente a la legalización de cualquier consumo. Eso es una promoción del vicio. Un buen ejemplo es la prostitución, ¿en qué lugar del mundo se ha legalizado esto? En ninguno. La prostitución es y será perseguida hasta el final de los tiempos, entonces por qué no se persigue el consumo de sustancias cuando produce un daño tan grande en la juventud, a la niñez y a la comunidad. Quienes alegan el libre desarrollo de la personalidad con este tipo de cosas, no saben qué es criar un hijo.

En sus propias palabras

  • «El problema no lo sienten los pelados sino los padres. Ellos son quienes siempre me están buscado. Pero, lamentablemente, casi todos llegan tarde. Quieren que le demuestre a su hijo lo que ya sabe».
  • «Me da vergüenza ver a un Policía que no puede hacer nada delante de alguien que está consumiendo un «cacho» de marihuana, en plena vía pública, y nosotros tenemos que inhalar esto».