La edición electrónica de «The Lancet» ha dedicado seis artículos de revisión a la carga que suponen en el mundo las enfermedades mentales, con llamamientos a la acción para luchar contra estas patologías que, cada año, afectan al 30% de la población del planeta.
En uno de los trabajos de esta serie, titulada «No hay salud sin salud mental», se estima que el 14% de la carga mundial de enfermedad se debe a trastornos neuropsiquiátricos, que son los que más carga representan entre las enfermedades no transmisibles –más que el cáncer y las enfermedades cardiovasculares-. Según los autores, son la depresión, el alcoholismo, el abuso de drogas y las psicosis los principales trastornos que contribuyen a esa gran carga sanitaria.
Según los expertos, menos de dos tercios de los afectados reciben tratamiento inadecuado o ningún tratamiento, incluso en países que cuentan con los mejores recursos. En la mayor parte de las naciones en vías de desarrollo, ese vacío terapéutico afecta al 90% de los enfermos.
Según uno de los trabajos publicados, el coste que representaría proporcionar servicios a una escala necesaria sería tan sólo de 2 dólares por persona en países pobres y de 3-4 dólares en países de rentas medias, cifra que consideran moderada en comparación con la que demandan otras enfermedades.
Otro de los artículos en «The Lancet» indica que el 85% de la población mundial vive en países de ingresos bajos o moderados que carecen de recursos financieros suficientes y de infraestructuras adecuadas de salud mental.
Asimismo, la mayor parte de estos países carece de políticas de salud mental y de legislación al respecto, lo que impide poner en marcha medidas apropiadas para luchar contra las enfermedades psiquiátricas.
En el mismo número de la publicación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) insta a todos los países a aumentar las inversiones y la cobertura de servicios en materia de salud mental, especialmente en países de ingresos medios y bajos.
Según los datos manejados por la OMS, la mayoría de países de África y el Sudeste Asiático invierten menos de un 1% de su presupuesto sanitario en la salud mental. Además, estos países con bajos ingresos cuentan con 0,05 psiquiatras y 0,16 enfermeras psiquiátricas por cada 100.000 habitantes, lo que supone aproximadamente 200 veces menos que en países de ingresos altos.