Según un estudio realizado por investigadores del John Hopkins Bloomberg School of Public Health el descenso del consumo de cocaína en Estados Unidos durante los últimos 20 años ha sido más notable entre las personas con un alto nivel de estudios, mientras que el consumo entre las personas de baja formación.

Los autores del estudio deducen que esta relación entre el consumo de cocaína y el nivel de estudios está relacionada con el acceso a las alertas sanitarias y a sus recursos. «Muy parecido a lo que sucede con los fumadores, es más probable que modifiquen su comportamiento las personas que mejor comprenden el impacto que la cocaína produce en su salud», explicó Valerie S. Harder, una de las autoras del estudio. «Individuos con una mayor educación pueden tener más recursos o acceder a programas de desintoxicación más fácilmente», añadió.

Los primeros datos del estudio revelan que los graduados en el instituto y los licenciados universitarios eran más propensos a iniciarse y mantener el hábito de consumir cocaína comparados con las personas sin estudios. Sin embargo, a finales de los 80, la proporción de personas con estudios, clasificadas como consumidoras habituales, descendió y cayó por debajo del número de consumidores no graduados.

Mientras, la proporción de consumidores de cocaína entre las personas con una educación básica se ha mantenido estable entre 1979 y 2002. Durante el mismo periodo, el número de adultos que se iniciaban en el consumo de cocaína disminuyó a un ritmo constante, indiferentemente del nivel de estudios alcanzados.