En una entrevista con Efe, Calderón consideró que medidas contempladas en el anteproyecto de Ley que prohíbe la ingesta de alcohol a menores en la calle se pueden aplicar al cannabis, tanto en lo referente al consumo como a la publicidad de este producto en medios de comunicación, camisetas o complementos.

En este sentido afirma que «no se pueden permitir las publicidad de los consumos de drogas en los medios de comunicación en horario infantil, porque eso es peor que el terrorismo».

También destacó la importancia de acciones como el despliegue policial cerca de los colegios para evitar la venta de drogas, que se saldó en 62 detenciones entre enero y mayo de este año.

Sin embargo, considera que no sirven si no son complementadas con una educación que dote a los escolares de la capacidad de decir no a las drogas, uno de los lemas recurrentes de la FAD.

«Pero estas soluciones requieren 8 o 10 años de trabajo y no se ven inmediatamente», destaca Calderón.

Por todo ello considera necesaria la aplicación de un plan de acción serio que analice el nuevo panorama de las drogas y abarque, por ejemplo, los horarios de las discotecas, «que tal vez no son los adecuados».

Calderón apela también a la figura de los padres para supervisar a sus hijos desde edades muy tempranas y controlar las horas de llegada por la noche.

Sin embargo, espera cambios positivos en una generación ya que los jóvenes con hijos, afirma, «hacen un esfuerzo enorme en la educación y son conscientes de unos riesgos que ellos han vivido».

La educación ha sido el caballo de batalla en los últimos años de la FAD, creada en 1986, en plena crisis de la heroína, recuerda Calderón.

En septiembre de ese año la Fundación inició su andadura gracias al empeño y el tesón del general Gutiérrez Mellado, que decidió acometer la tarea tras el impacto que le produjo el relato del calvario por el que atravesaba un amigo suyo con dos hijos heroinómanos.

Entonces la sociedad no sabía a qué se enfrentaba, ni cómo abordar el problema, pero se produjo una enorme alarma social y el esfuerzo fue eficaz, como lo demuestra que la heroína se haya recluido en sectores minoritarios y de marginación, señala Calderón.

Sin embargo, estima que ahora atravesamos el peor momento en la lucha contra las drogas porque, al haber desaparecido los signos de delincuencia y marginación relacionados con la heroína, la sociedad ha perdido la percepción de peligro.

«Debemos realizar una revolución en las respuestas porque los consumos ya han hecho su revolución», agrega.

Para ello propone incluir entre los indicadores de peligro aspectos que hasta ahora no se tenían en cuenta como la violencia o el fracaso escolar, un tema sobre el que la FAD tiene previsto realizar un estudio pormenorizado.

«Hemos pasado de un consumo individual a un consumo colectivo y ahora las drogas se consideran un producto de consumo. Un 60 por cien de los jóvenes creen que son un objeto de diversión y no piensan que generen exclusión social, sino todo lo contrario».

De hecho, el consumo de cocaína entre adolescentes de 14 a 18 años se ha multiplicado por cuatro entre 1994 y 2004, al pasar del 1,8 por cien al 7,2 por cien, y el de cannabis pasó del 18 al 36 por cien.

A juicio de Calderón, estos datos reflejan la «falta de coherencia» entre el esfuerzo que hacen las instituciones y la sociedad y las actitudes que se observan diariamente en la sociedad, «una de las más permisivas de Europa en este tema».

Cara al futuro, y tras reconocer que las «campañas hacen todo el efecto que pueden hacer», Calderón anuncia que la próxima iniciativa de la FAD se lanzará este mes y será «‘impactante y con riesgo».