Las fuerzas de seguridad españolas cerraron el año 2005 con un récord histórico al superar los 50.000 kilos de cocaína incautados, una cantidad que supone casi el 60% de lo aprehendido en Europa. Esta cantidad supone retirar del mercado el equivalente a casi 464 millones de dosis y tiene un valor final de 6.022 millones de euros. Sin embargo, los éxitos contra el narcotráfico se contradicen con la situación del mercado interior: la coca abunda, es más barata y de mejor calidad. Su consumo se ha multiplicado por cuatro entre los jóvenes en los últimos cinco años. Expertos policiales reconocen pasividad en la lucha contra el mercado minorista e Interior señala que combatir esta situación se ha convertido, dada la situación, en una prioridad.

La eficacia policial en la lucha contra el narcotráfico a gran escala está fuera de toda duda a tenor de las últimas estadísticas. El año 2003 se cerró con un total de 49.279 kilos de cocaína interceptados a las grandes redes. Era un récord que se ha superado en 2005 con más de 50.000 kilos, una cifra que todavía no está cerrada porque faltan por contabilizar las pequeñas cantidades intervenidas.

Una explicación de estos éxitos está en la calidad de la investigación policial. «Tenemos ahora muy buena información gracias a la coordinación con otras fuerzas policiales, sobre todo las policías de Estados Unidos y Reino Unido», reconoce Eloy Quirós, responsable de la Brigada Central de Estupefacientes y uno de los defensores del trabajo conjunto con expertos de otros países. Sólo su brigada ha obtenido más de 22.000 kilos de cocaína en 2005, casi el 50% del total.

La segunda explicación es bien sencilla: la producción mundial, sobre todo la procedente de Suramérica, ha aumentado. Lo dicen los expertos y la ONU. Y esta producción sigue bajo el control de las organizaciones colombianas.

Los narcos colombianos están buscando nuevas rutas y también han conseguido sobrevivir a la reducción de grandes áreas de cultivo en Colombia, como consecuencia de la presión del Gobierno de Uribe y la ayuda de Estados Unidos y Reino Unido. «Por ese motivo, los mismos narcotraficantes han incentivado el aumento de cultivos en Perú y Bolivia, dando ayudas a los agricultores locales», reconocen fuentes de Interior. «Otra cuestión», apunta un experto, «es el almacenamiento de grandes cantidades de coca por parte de fuerzas paramilitares que ahora parece que la están sacando al mercado». La conclusión es que, a pesar de los éxitos policiales, no se advierte escasez en los mercados y el precio se mantiene estable o, como es el caso de España, incluso baja.

Las últimas novedades que advierte la policía están en la consolidación de la ruta africana y en el papel que están empezando a tener la aparición de súbditos venezolanos en las últimas operaciones policiales. «Empezamos a estar cada vez más seguros de que los narcos colombianos tienen depósitos de cocaína en países africanos al sur de Mauritania», explica Eloy Quirós, «donde nosotros tenemos muchas dificultades para investigar y para tener colaboración de las autoridades». Esa droga llega a Europa a través de España por diferentes vías: mediante contenedores, en barcos gallegos que bajan a África, donde se sienten más seguros, e incluso en avión. Así sucedió en una operación realizada en diciembre pasado, cuando aterrizó un jet privado en un pequeño aeropuerto de Segovia. Era el primer envío de una nueva ruta. Al lado de la pista esperaba una caravana para llevar la droga a Alemania por carretera. El avión procedía de Guinea-Conakry. «Se trataba de un aeropuerto que se usa para vuelos sin motor y que se cierra a partir de las seis de la tarde. Para nosotros fue una sorpresa, pero hicimos averiguaciones y descubrimos que hay más de 50 aeródromos de ese tipo en España, algunos de ellos en sitios insospechados. Lo que interceptamos era un primer envío, una prueba que hacían con 170 kilos de coca. Si les salía bien, pensaban empezar a transportar cantidades más importantes».

Pero los éxitos policiales a nivel internacional contrastan con la preocupante situación que se detecta en el interior. En España se consume una cocaína barata y de buena calidad. Al tiempo que la policía obtenía éxitos de gran calado internacional, la coca bajaba de precio en España y aumentaba de pureza, señales ambas de abundancia en el mercado.

La comparación de los precios en los últimos diez años es elocuente: sólo se registró una fuerte subida del precio de esta droga entre 1996 y 1997 cuando la papelina pasó de 8,41 euros a 12,32. Sin embargo, desde ese momento hasta finales del año 2005, el precio se ha modificado muy poco y, en cualquier caso, siempre por debajo del IPC. La papelina de cocaína estaba algo más cara en el 2003 (13,90) que en 2005 (13,30). Fluctuaciones parecidas ha sufrido tanto el precio del gramo como del kilo de esta droga.

La consecuencia de este fenómeno es preocupante: la cocaína se ha convertido en una droga muy asequible a cualquier bolsillo, incluido el de los adolescentes, donde su consumo se ha multiplicado por cuatro en cinco años. España es ahora el país con más alto índice de consumo de Europa.

La explicación de esta aparente contradicción entre éxitos policiales contra las grandes redes frente a un mercado interior perfectamente abastecido está en el modo en el que se ha afrontado la lucha contra el mercado minorista. O cómo no se ha afrontado. «Desde hace unos años», comentaba un investigador de estupefacientes, «el pequeño traficante campa por sus respetos. Ya no se investiga al camello, no hay policías para ello y no hay jueces mentalizados en ese trabajo. Es una investigación muy trabajosa para un resultado aparentemente muy pequeño. Las comisarías no tienen gente para ese trabajo y las policías locales tampoco lo quieren. Nos habíamos olvidado del camello».

«Efectivamente, ha existido una pasividad o una inactividad de los cuerpos de policía contra este pequeño tráfico», dice Javier Zaragoza, jefe de la Fiscalía antidroga. «Los cuerpos policiales se han ocupado del gran narcotráfico, como se han ocupado del terrorismo en los últimos tiempos. Ha habido problemas estructurales y no podemos estirar a la policía como si fuera un chicle. Pero las autoridades se han dado cuenta del problema. Se ha comenzado ya a reaccionar en Interior, poniendo más policía en colegios y centros de ocio, y quizás sea el momento de especializar a las policías locales en la investigación de estos delitos». Fuentes de Interior reconocen el problema estructural que sufre la policía: «La falta de recursos humanos dejó desamparado el mercado interior, por eso, a la vista de una situación tan preocupante, Interior ha decidido fijar la lucha contra este mercado como una prioridad».

Los «narcos» utilizan Venezuela

Una de las novedades que han observado los investigadores en los últimos tiempos es la repentina aparición de cada vez más súbditos venezolanos implicados en las operaciones de narcotráfico. De hecho, las estadísticas sobre detenciones lo apuntan en cierta medida: en el año 2003 se detuvo a 269 venezolanos, cifra que registró una fuerte subida en 2004 (446) y que se mantuvo en ascenso en 2005 (473 detenidos). Esta tendencia se observa también en el número de reclusos venezolanos en cárceles españolas: si en 2000 había 89 reclusos, en 2005 la cifra ha subido hasta los 433. Este hecho todavía no ha sido suficientemente analizado, pero sí ha llamado la atención. Fuentes de Interior reconocen que puede significar que las redes colombianas utilizan bases en Venezuela y se están infiltrando en el sistema.

Prueba de ello es que existen sospechas de que una parte de los detenidos como venezolanos puedan ser en realidad ciudadanos colombianos con pasaporte venezolano auténtico. «Hace algún tiempo sospechamos de que algo así estaba sucediendo y sabemos que las autoridades venezolanas están investigando la nacionalidad real de algunos detenidos en España». Este periódico intentó confirmar este aspecto con la Embajada de Venezuela en España pero, a pesar de su buena disposición a dar información, ésta no llegó a ser facilitada.

En cualquier caso, fuentes de Interior reconocen que hay problemas de colaboración policial con las autoridades venezolanas, «que no ayudan en la misma medida que las colombianas». «La colaboración con las autoridades policiales y judiciales colombianas es excelente», confirmó el fiscal antidroga Javier Zaragoza.

Por otro lado, el número de detenciones de colombianos, por todo tipo de delitos, sigue en aumento. En 2005 fueron detenidos 3.671 colombianos. Es decir, casi cada tres horas la policía detiene a un colombiano.