Francisco Abad es presidente de la Asociación Malagueña de jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer), un colectivo que lleva 19 años ayudado a personas para quienes el juego se ha convertido en una enfermedad patológica. En los últimos tiempos, Amalajer advierte de que la media de edad ha descendido de manera alarmante, con jugadores compulsivos cada vez más jóvenes adiestrados en las consolas de juegos, internet y los teléfonos móviles. Amalajer se integra en la Plataforma del Voluntariado, que el próximo sábado 13 de diciembre celebra en el Pabellón de Ciudad Jardín la II Feria del Voluntariado y las Migraciones.
¿Cómo tratan a las personas que sufren esta problemática?, ¿son más de los que pensamos habitualmente?
– Nos dedicamos a atender jugadores de azar patológicos con un tratamiento que suele tener una duración de dos años. Durante el primer año se viene tres veces a la semana y, progresivamente, se van reduciendo las sesiones. Algunas de estas personas, cuando terminan la terapia, se quedan con nosotros ayudando como voluntarios a personas con su mismo problema. Es también una forma de que ellos mismos no se sientan unos apestados sociales, y puedan colaborar son su experiencia. Normalmente, por Amalajer pasan unas 300 personas al año y somos unas 24 personas que llevamos la asociación de forma voluntaria. Siempre hacen falta manos.
¿El que acaba la terapia está definitivamente ´curado´?
– Hay personas que después de 3 ó 4 meses se pueden considerar rehabilitadas, pero ésta es una dependencia con la que hay que luchar toda la vida, igual que el alcohol o las drogas. Por eso nuestro método es dejar de jugar de forma drástica y permanente. Tratar de jugar de forma esporádica no suele salir bien en estas personas. Se necesita un cambio de vida y de actividad radical.
¿Hay un perfil marcado de jugador compulsivo?
– Suelen ser personas de entre 25 y 30 años, con estudios universitarios y salarios de entre 1.200 y 1.500 euros mensuales.
Sorprende muchísimo que hablemos de personas tan jovenes y con buena formación.
– Es cierto. Hace 20 años, el perfil era de personas de 45 a 50 años, y los juegos eran más tradicionales, ahora el gran riesgo es la modalidad de juego ´on line´, por internet. Casinos, apuestas deportivas, juegos en red… es algo muy peligroso, porque antes para jugar había que desplazarse a un sitio y existía el control de admisión para que, a una persona en tratamiento, no la dejaran pasar. Ahora lo puedes hacer desde el salón de tu casa o desde una habitación. El control en la terapia es mucho más complicado y el jugador lo tiene mucho mas fácil para caer porque, ¿cómo le decimos a alguien que no entre en internet?
¿Hay demasiada publicidad de estor portales de apuestas en internet?
– Nosotros al Gobierno le pedimos que, al igual que han limitado la publicidad del alcohol o el tabaco, lo hagan con el juego a través de internet, porque ahora mismo no hay ninguna normativa al respecto. Es un bombardeo publicitario continuo, y con el enganche del deporte. Al que le gusta y entiende de fútbol, por ejemplo, le resulta muy atractivo apostar por los resultados de los equipos.
¿Aumentan los casos de ludopatía con la crisis económica?
– No exactamente. Para que una persona juegue tiene que haber antes un trastorno de control de impulsos que deriva en ludopatía. Ocurre que con la crisis algunas personas que ya eran ludópatas han perdido su trabajo, y en el paro se tiene mucho más tiempo libre para jugar. Algunas piensan además que así puede conseguir un dinero rápido para mejorar su situación económica. Por eso la incidencia aumenta en esta época.
Supongo que hay casos impactantes, con vidas destrozadas por esta adicción.
– Sí, asistimos a verdaderos dramas familiares, con personas que utilizan las tarjetas de crédito de sus cónyuges para pagar las apuestas, poniendo en grave riesgo la economía doméstica. Y también hay casos de personas con responsabilidad administrativa en pequeñas empresas, y que se han jugado el dinero de la sociedad, perjudicando a todos sus compañeros de trabajo.