Funcionarios policiales de ocho estados del Caribe se dieron cita en Cuba el lunes para asistir a un curso auspiciado por Francia destinado a fortalecer la lucha contra el tráfico de drogas en la región, por donde cada año pasan toneladas de cocaína.

«Estoy convencido que van a lograr el objetivo de intercambiar y tener más conocimiento de las técnicas usadas» por los narcotraficantes, dijo Jean Michel González, en representación de las fuerzas del orden francesas.

Titulado «Control del Tráfico Comercial Marítimo», en el seminario que está previsto hasta el 24 de noviembre, participan funcionarios de República Dominicana, Venezuela, Panamá, Colombia, Jamaica, Costa Rica y Nicaragua.

Además, se espera ahondar nuevas temáticas, como el fenómeno del traslado de droga en veleros amparados en un creciente turismo o las comunicaciones entre los narcos.

Consultado por periodistas, González indicó que pese a las tensas relaciones entre la Unión Europea y Cuba el intercambio en cuanto al control del tráfico de drogas no se ha detenido.

«Esta cooperación se mantuvo porque para nosotros es un tema prioritario. Es un campo demasiado importante», señaló González.

Entre los asistentes a la inauguración del curso, estuvo el general cubano Jesús Becerra, quien destacó la «actitud positiva» de la isla para combatir de manera multilateral este contrabando ilícito.

Cuba no tiene un mercado interno de drogas, por lo que el tráfico procedente de Sudamérica está destinado a principalmente hacia Estados Unidos, con el cual no tiene relaciones diplomáticas desde hace más cuatro décadas.

«El proyecto social que tiene Cuba no está en relacionado, ni guarda ningún vínculo con el narcotráfico, ni con sus consecuencias: descomposición (de los valores), corrupción, violencia», aclaró Becerra.

El año pasado, indicaron fuentes oficiales, se incautaron 3.080 kilos de sustancias ilícitas en Cuba, donde en la década de los años noventa se «disparó» el consumo de estupefacientes en paralelo al incremento del turismo.

Sin embargo, una campaña radical que incluyó un endurecimiento de la legislación, un plan de salud y el trabajo de organizaciones vecinales en todas las cuadras, de asociaciones de mujeres, sindicatos y campesinos detuvo el incipiente mercado.

Los contrabandistas sudamericanos viajan por el mar Caribe por vía aérea y en un punto determinado arrojan pacas con la droga para ser recogidas por lanchas rápidas que las llevan hacia Estados Unidos. Algunas bolsas son arrastradas por las olas hacia las playas cubanas.

También los narcotraficantes emplean lanchas rápidas que salen de Colombia y llegan hasta playas de Centroamérica y México.

Pero además de ser un espacio de tránsito, el Caribe se convirtió poco a poco en un mercado en sí.

En el 2003 durante II Conferencia Regional sobre fiscalización de drogas, funcionarios de la ONU indicaron que los traficantes obtienen 3.300 millones de dólares cada año en el Caribe. El monto equivale al 3,1% del Producto Interno Bruto de la cuenca.