«Hay que reconocer una realidad, que el objetivo único que tenían muchos programas, que era lograr la abstinencia completa, no es alcanzable en un porcentaje muy alto de pacientes». Así de claro se manifestó ayer Víctor Pedreira, al explicar la finalidad de los programas de reducción de daños del consumo de drogas, que pretenden disminuir los riesgos y daños para la salud del consumidor, sin que necesariamente tenga que reducir o suprimir el consumo.
Cuando un drogodependiente es expulsado de los circuitos asistenciales, su pronóstico y estado de salud empeora, por lo que estas iniciativas buscan mejorar su calidad de vida. «Los programas centrados en la abstinencia no son aceptados por muchos usuarios, pero éstos de reducción de daño gozan de una gran aceptabilidad», indica Pedreira.
Además, consiguen que el usuario tenga una mayor integración social y laboral, e incluso se ha comprobado estadísticamente que la puesta en marcha de programas como el mantenimiento con metadona ha disminuido la delincuencia asociada al consumo o los asaltos a las farmacias.
La Xunta editó una guía, por ejemplo, en la que se explica a los usuarios cómo conseguir un kit de inyección, cómo lavar una jeringuilla si el usuario es incapaz de esperar por una nueva, qué zonas del cuerpo son más peligrosas para inyectarse y cómo deshacerse del material. Este tipo de programas también previenen las sobredosis, aconsejando que se espacie el consumo de drogas y el de alcohol.