Aunque en el advenimiento del botellón han influido varios factores, el elevado precio de las copas en los locales de hostelería es una de las razones que mayoritariamente aducen los jóvenes para explicar por qué se han lanzado masivamente a las calles. Según el estudio promovido por el Ministerio de Sanidad, un adolescente gallego apenas necesita siete euros para disfrutar de una noche de botellón , una cantidad con la que malamente podrían pagar dos combinados con alcohol en un pub sin pretensiones de exclusividad.
Buena parte de ese presupuesto lo dedican a adquirir bebidas alcohólicas, sobre todo en supermercados de barrio, en los que se abastecen casi seis de cada diez adolescentes gallegos, que suelen recurrir a un colega mayor de edad para sortear prohibiciones.
La iniciación en el consumo de alcohol se suele hacer en Galicia con calimocho -lo eligen el 25%- o cubatas -la primera bebida con grados que prueban el 24% de los chavales-, aunque más de un 17% prefiere el champán, un porcentaje sorprendentemente elevado, pues dobla al que se registra en Madrid. Además, el 32,4% ingieren su primer trago acompañados de los padres, un nivel que desciende al 16,2% en Madrid.