Según explicó Francisco Carrasco, coordinador del ensayo experimental que se desarrolla desde el pasado agosto en Granada, esos resultados, aunque preliminares y por tanto no definitivamente significativos, son en general «favorables» y reflejan una intervención equilibrada en ambos grupos -el experimental y el de control, integrados por los tratados con heroína y metadona, respectivamente-, lo que permitirá obtener al final del ensayo una evaluación global ajustada a los criterios de investigación.

Esa primera fase del tratamiento, cuyos resultados, aún por concluir, están siendo analizados por estadísticos externos -la Escuela Andaluza de Salud Pública y el Hospital Costa del Sol de Málaga- se corresponde con los tres primeros meses del total de nueve que dura el ensayo clínico, cuya evaluación es trimestral y se compone, por tanto, de tres etapas.

La aparente mejoría que revelan los primeros datos preliminares la corrobora el hecho de que el Ministerio de Sanidad haya autorizado ya el uso compasivo de heroína a los siete pacientes, de los 62 sometidos al ensayo, que ya han acabado los nueve meses de tratamiento experimental.

Los 62 adictos, la mitad de ellos tratados con heroína y la otra mitad con metadona en virtud de un proceso de selección aleatorio, ya han terminado los tres primeros meses de tratamiento, si bien sólo esos siete han concluido el ensayo porque la incorporación a él es progresiva, explicó Carrasco.

Será en noviembre cuando todos acaben los nueve meses del proceso, momento en el que se realizará la evaluación global de este tratamiento diversificado de opiáceos que responde a los criterios clínicos de seguridad y eficacia.

No obstante, el protocolo de actuación, aprobado en mayo de 2002 tras años de discrepancias políticas, permite al promotor del ensayo la posibilidad de darlo por finalizado concluidos los seis meses de tratamiento, que se cumplirán el próximo mes de agosto, si la evaluación hasta ese momento sigue arrojando resultados satisfactorios.

Al inicio del ensayo precedió una compleja labor de reclutamiento de pacientes realizada fundamentalmente en barrios con alta incidencia de consumo de heroína por vía intravenosa que logró dar con 176 drogadictos susceptibles de someterse al tratamiento, cifra que finalmente se redujo a 62 porque no todos cumplían los criterios de selección establecidos, explicó Salvador Rodríguez, que dirigió el proceso.

El protocolo establece un tratamiento individualizado según las necesidades del paciente, con una primera fase de inducción que suele durar una semana y una segunda de estabilización en la que se conjuga la administración de la heroína, que procede de Edimburgo, con la de metadona para evitar síndromes de abstinencia.

De forma paralela, los pacientes reciben tratamiento farmacológico a sus patologías añadidas además de apoyo psicosocial para que afronten el proceso en situación de «normalidad», ya que se trata de una población socialmente excluida y sin condiciones de vida estables -entre el 10 y el 15% de los sometidos al ensayo en cada uno de los dos grupos no tienen techo-.

Impulsado por la Junta de Andalucía, en el ensayo intervienen también la Fundación para las Drogodependencias en Andalucía, la Fundación Virgen de las Nieves y la Escuela Andaluza y el Hospital Costa del Sol de Málaga como entidades colaboradoras, entre otros organismos.