Que me dejen salir a fumar, aunque no me paguen la terapia para abandonarlo. Eso es lo que dice la mayoría de los empleados que fuman en el trabajo, según una encuesta. Prefieren que la empresa les facilite pausas para consumir cigarrillos a que les financien tratamientos para dejar el hábito. Una consulta a 1.298 empleados de una compañía de trabajo temporal revela que el 51% de los asalariados que acostumbran a fumar en su oficina creen que lo que tiene que hacer la empresa es autorizar pausas para fumar. La patronal recomienda a los empresarios que no autoricen esos recesos.

Blas León elegiría que le pagasen un tratamiento para dejar de fumar. «Ahora que tengo un nivel de conciencia mayor sobre lo malo que es el tabaco, lo preferiría a las pausas. Antes, no». Tiene 29 años y trabaja como educador en un centro para discapacitados psíquicos. Sale a fumar dos veces a lo largo de su jornada y se echa uno o dos pitillos. «Pero el resto del tiempo fumo mucho, estoy más ansioso. Antes de las nueve de la mañana, cuando entro a trabajar, ya me fumo tres. Es decir, que con la ley no he reducido el paquete que fumo al día».

Hay cinco millones de trabajadores que se encuentran en el caso de Blas. Éste es el cálculo resultante de aplicar el porcentaje de población que fuma (un 31%) al total de afiliados a la Seguridad Social (18 millones). Llevan casi cuatro meses sin fumar dentro de la oficina, desde que el 1 de enero entrara en vigor la ley antitabaco. Si se lo permiten, suelen salir a la calle a consumir un cigarrillo una media de cuatro veces por jornada. Y eso es lo que prefieren, según una encuesta realizada en febrero entre 1.298 empleados de Alta Gestión, una empresa de trabajo temporal.

Dos de cada tres preguntados (857) son fumadores. La mayoría (75%) tiene menos de 34 años, el 55% son mujeres y el 41% fuma entre 11 y 20 cigarrillos diarios. No todos fumaban en el trabajo antes de entrar en vigor la ley. Lo hacían 6 de cada 10 fumadores (un 58%). Más de la mitad de los integrados en este último grupo (51%) cree que la empresa debe facilitar tiempo para salir a fumar. Uno de cada tres (33%) considera que sus jefes deben financiar tratamientos para dejar de fumar y sólo un 7% cree que la compañía se debe limitar a hacer cumplir la ley.

Si la pregunta se hace tanto a fumadores que consumen cigarrillos durante el horario laboral como a los que nunca lo habían hecho antes de entrar en vigor la ley, baja el porcentaje de los que prefieren que la empresa facilite pausas para fumar. Cuatro de cada 10 (46%) piensan que ésa es la postura empresarial correcta, seguida de la financiación de la terapia (38%) y que se cumpla la ley (15%).

La visión de quienes no fuman es bien distinta: sólo uno de cada cinco empleados no fumadores (19%) preguntados cree que la empresa debe facilitar pausas para que sus compañeros salgan a consumir cigarrillos. Se decantan sobre todo (en un 49%) porque los patronos financien terapias.

Los expertos, basándose en las experiencias de otros países, aseguran que no se pierde productividad por salir a fumar a la calle, básicamente porque convertir las oficinas en lugares sin humo hace que quienes fumen consuman menos cigarrillos. Ello implica que se reducen las bajas laborales. Además, las pausas tienden a ser menores con el paso del tiempo porque los fumadores van disminuyendo la cantidad de cigarros que fuman durante la jornada, hasta el punto de que llegan a hacer los mismos recesos que sus compañeros que no fuman.

La patronal no es partidaria de que se autoricen las pausas. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) recomendó, tras entrar en vigor la ley, que no se permitan, alegando que la norma no pretende preservar los derechos de los fumadores y que se pueden generar agravios con los empleados que no fuman. La patronal también desaconseja abordar este tema en la negociación colectiva, algo que los sindicatos sí quieren acordar.

Según datos sindicales, en la mayoría de las empresas se permite salir a consumir cigarrillos a la calle. También Álvaro Garrido, del Club de Fumadores por la Tolerancia, opina, por la información que se recibe de sus 70.000 socios, que en la mayoría de las empresas se deja salir. «Pero el asunto de las pausas hay que abordarlo abiertamente, es un problema nuevo y se debe hablar en la negociación colectiva», dice, «para que fumadores y no fumadores no se sientan agraviados. Si la patronal es intransigente, quizá el Ministerio de Trabajo debiera tomar alguna postura».

Los fumadores encuestados por Alta Gestión son críticos con la nueva ley: sólo uno de cada cuatro cree que es buena. El resto la considera «estricta» (un 35%) o no está de acuerdo (un 39%). Aun así, casi la mitad de los preguntados (44%) afirma que va a dejar de fumar, aunque 7 de cada 10 no utilizará ni terapia psicológica ni medicación. Entre los fumadores que lo hacen en el trabajo, más de la mitad (54%) sale a la calle a fumar y un 12% lo hace en los baños.

Por el contrario, quienes no fuman apoyan la ley: un 67% la considera buena, aunque un 24% cree que es estricta.