Según avanzó ayer en Madrid el director ejecutivo de la Oficina contra la Droga y el Delito (ODD) de Naciones Unidas, Antonio María Costa, el informe -que se presentará en junio próximo- detecta una importante progresión de las drogas sintéticas, un hecho «preocupante» dado que los países aún «no tienen preparadas» las políticas de reducción de demanda para hacerles frente.
Además, manifestó, no hay medidas terapéuticas ni centros de asistencia especializados para atender a los consumidores de esas sustancias, y en caso de no producirse cambios «reemplazarán en diez años a los cultivos orgánicos y de plantas», como la cocaína y el opio. «Pueden convertirse en el enemigo número uno en el mundo», enfatizó el director ejecutivo de la ODD, que hoy firmó un memorando con el Delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Gonzalo Robles, y realiza esta semana en Madrid una visita institucional durante la cual se reunirá con los ministros de Justicia, Interior y Exteriores.
Destacó asimismo que el crimen organizado está penetrando en el segmento de la producción de las drogas sintéticas, que «hasta ahora había sido muy limitado», y explicó al respecto que «se están demoliendo laboratorios que fabrican cien kilos de pastillas al mes, es decir, podrían producir una tonelada al año».
Costa, italiano que desempeña su actual cargo desde marzo de 2002 y es adjunto al secretario general de la ONU, Kofi Annan, mostró una especial preocupación por el hecho de que los países del triángulo de oro (Birmania, Laos y Tailandia) opten por sustituir los cultivos de opio por la producción de las drogas de síntesis.
El responsable pronosticó la desaparición «en un máximo de diez años» de las hectáreas de opio en estos tres países asiáticos y aportó el dato de que en Birmania se ha registrado una reducción de un 50 por ciento desde 1997.
Tras anunciar que antes del verano se conocerán los resultados del primer análisis hecho en Marruecos sobre cultivos de cannabis, Costa explicó que también están estudiando el mercado del opio en Afganistán, un país que experimentó una subida del precio de este producto acabada la operación militar aliada Libertad Duradera.
Matizó que las hectáreas dedicadas al cultivo del opio en el país afgano se concentran en cinco provincias, e indicó que los talibanes optaron por limitar la producción de esta planta para elevar su precio y así financiar su guerra, pero «no prohibieron ni el consumo ni el tráfico».