El Colegio de Farmacéuticos de Barcelona comenzará este año a dispensar cannabis para fines terapéuticos tanto en planta como en cápsulas o extracto. Esta iniciativa es fruto de un acuerdo con la Consejería de Salud catalana, acuerdo que vino precedido por la necesidad de regular un fenómeno en expansión: «Estimamos que en Cataluña hay entre ocho mil y nueve mil personas que consumen cannabis para fines terapéuticos y tienen que buscarse la vida para conseguir la sustancia, sin saber la dosis exacta que deben tomar ni la calidad de lo que compran», explicó el farmacéutico Rafael Borrás.

El primer paso antes de llegar a la dispensación ha sido colgar de la página web del Colegio de Farmacéuticos un prospecto sobre el cannabis que ha registrado más de 60.000 entradas en un año. Pero no han faltado obstáculos tal y como reconoce el propio Borrás: «El problema es el aumento del consumo recreativo de la droga a edades tempranas. Eso crea una reticencia porque se cree que el cannabis de uso terapéutico puede ser sinónimo de inocuidad, aunque en California, donde hubo una iniciativa similar a la nuestra, se demostró que la dispensación en farmacias no influyó en el consumo recreativo».

Por eso han puesto en marcha de forma paralela una campaña de información tanto para los ciudadanos como para los farmacéuticos, con un curso de diez horas sobre uno de los asuntos más delicados en este caso: la dosificación. «Es algo complicado y se pueden tardar dos o tres semanas en ajustar la dosis», afirmó Borrás.

Diversos estudios avalan el valor terapéutico del cannabis para síntomas de enfermedades óseas u oncológicas entre otras y para Borrás «es una opción terapéutica más y un sistema que puede ser beneficioso para la calidad de vida de muchos pacientes».

Para rebatir el argumento del posible incremento del consumo recreativo, este farmacéutico defendió la necesidad de diferenciar las sustancias entre sí porque «no es lo mismo el cannabis que la cocaína, ni el contexto de consumo de ambos ni los problemas del entorno». Además, Borrás confesó que no comparte la extendida creencia de que el consumo de cannabis es una puerta al consumo de otro tipo de sustancias, sino que «al adquirirlo en el mercado negro se ofrecen otro tipo de drogas» y apostó por seguir una política de reducción de riesgos ante la droga: «No es fomentar el consumo, pero es verdad que si tienes como única opción la abstinencia el mensaje es negativo. Pero no se equivoquen: el que consume droga es porque le produce placer».