Redacción-

Los nuevos centros de consumo supervisado de New York, han anunciado este lunes 24 de enero que han revertido 114 situaciones de sobredosis desde que abrieron el 30 de noviembre de 2021. Además, entre los dos centros suman más de 585 personas registradas que han utilizado los servicios 4974 veces.

Las situaciones de estrés, ansiedad y aislamiento que ha provocado la pandemia de Covid-19, combinados con la adulteración de las drogas con sustancias como el fentanilo ha empeorado la epidemia de sobredosis que ya estaba presente en Estados Unidos. Más de 100.000 estadounidenses murieron por una sobredosis en 2021, un gran aumento comparado con el año anterior.

Ofrecer centros de consumo supervisado de drogas, es una de las iniciativas para frenar la epidemia de las sobredosis. Los métodos de abstinencia más clásicos no son una opción para todas las personas que usan drogas, y a veces las recaídas después de estos programas acaban en sobredosis. Los datos aportados por los centros de consumo supervisado de New York demuestran que este método está evitando muertes por sobredosis.

Los equipos de intervención en calle a menudo tenían que correr para encontrar a alguien que había tenido una sobredosis, a pie o en bicicleta, y bastantes veces se llegaba demasiado tarde. Las salas de consumo supervisado han reducido el consumo en la calle y ha facilitado la atención a las sobredosis. Estos espacios de consumo cuentan con una cabina equipada con un mostrador estéril y un espejo, lo que permite que los participantes vean detrás de ellos con mayor facilidad y que los profesionales identifiquen a alguien que necesita ayuda, así como agujas estériles, gasas de algodón y otras herramientas. A la vez, también actúan como un centro para otros servicios necesarios: por ejemplo, la ubicación de East Harlem alberga un centro holístico con sillones, aromaterapia y otros servicios. Los médicos y las enfermeras están en el lugar para abordar cualquier problema médico y hay sesiones de discusión en grupo, instalaciones de lavandería e incluso duchas.

A pesar de los buenos resultados de los centros de New York, muchas iniciativas de todo el país para abrir centros similares se han parado o están estancadas. El departamento de justicia de la administración Trump canceló un sitio de inyección seguro supervisado en Filadelfia en 2019; los intentos en Chicago, San Francisco y otras ciudades se han estancado y la administración de Biden ha retenido el respaldo explícito a las salas de consumo supervisado.

Las salas tampoco están absentas de las críticas vecinales por el deterioro que estos centros podrían causar al barrio, y por la «injusticia» de absorber usuarios de otras comunidades que no quieren abrir sus propios centros. Para Sam rivera, director ejecutivo de OnePont NYC, entidad que gestiona los dos centros abiertos en la ciudad, considera que precisamente estos centros brindan una respuesta directa a las persistentes quejas de la comunidad sobre jeringas desechadas, intoxicación pública y otras drogas. También considera que las quejas vecinales sobre la repartición territorial desigual son legítimas, y que la solución es abrir más centros en todo el condado.

Artículos originales en ny1.com y theguardian.com