Los padres de niños pequeños tienen una razón más para convencerse de los beneficios de dejar el tabaco. Una nueva investigación realizada en Estados Unidos señala que si uno de los progenitores deja de fumar antes de que su hijo cumpla los 10 años, el riesgo de que éste sea fumador a los 18 se reduce en un 25 por ciento.

El papel que desempeña la familia en la prevención de conductas adictivas en los jóvenes es incuestionable. Durante la infancia y la adolescencia se desarrolla gran parte de la identidad personal y en muchos casos los chicos y chicas tratan de imitar las costumbres e incluso la apariencia de sus padres en un intento por parecer adultos. En este sentido, un estudio publicado en la revista científica «Addiction» demuestra la importancia de que los padres dejen de fumar antes de que sus hijos lleguen a los diez años con el fin de que no caigan en este hábito perjudicial.

Los trabajos realizados al respecto prueban que la ventana de vulnerabilidad al tabaco se abre en torno a los 8 años y se cierra sobre los 20. En esta fase, el niño se ve influido por una combinación de factores, entre los que se incluye la predisposición genética y la presión de familiares y compañeros, que pueden determinar su iniciación en el consumo de tabaco. Igualmente, el tabaquismo puede ser el resultado del deseo de imitar el comportamiento de los adultos.

Según explica Jonathan Bricker, del Centro Fred Hutchinson de Investigación en Cáncer, con sede en Seattle (Estados Unidos), “las estadísticas muestran que si el joven llega a los 18 años sin fumar sus posibilidades de seguir siendo no-fumador durante la edad adulta son del 90 por ciento”. Este dato permite resaltar la importancia de las acciones preventivas durante la infancia, si bien en opinión del científico, estos programas también deber incluir a los padres.

Mejor si lo dejan ambos padres

Un estudio llevado a cabo por Bricker a partir de datos de más de 3.000 niños en el estado de Washigton demuestra el efecto preventivo que puede tener el hecho de que los padres dejen de fumar. La investigación constataba en primer lugar que los niños menos propensos a empezar a fumar eran los hijos de padres no fumadores. No obstante, el hallazgo más destacable era que el abandono del tabaco por parte de los padres conseguía un efecto protector sobre el posible desarrollo de la adicción por parte del hijo.

“Si uno de los padres deja de fumar antes de que su hijo llegue a los diez años, el riesgo de que éste sea fumador a los 18 se reduce en un 25 por ciento”, apunta Bricker. “Este efecto es aún mayor si los dos padres abandonan el tabaco: las posibilidades de que su hijo fume se reducen hasta en un 40 por ciento. Hemos de concienciar a los padres acerca de la importancia de que abandonen su adicción para mejorar la salud futura de sus hijos”.