La máxima “la pena como medicina del alma” junto con el sistema penitenciario progresivo i devienen de la ideología positivista. Esta ideología ha sido el trasfondo para la elaboración y emisión de la política contra el crimen y de cuerpos normativos en materia penal y penitenciaria. En México, el Estado utiliza el derecho penal como herramienta principal para atender problemáticas sociales: la cárcel siempre es la respuesta. Los legisladores han empleado un sistema punitivo para demostrar que la mano dura es la fuente de justicia.

Nuestro sistema penal tiene deficiencias estructurales y operativas, así como vicios en las actuaciones que son contrarios a los principios que lo rigen. La política penitenciaria crea las condiciones de un círculo vicioso en el que se exacerba el uso del sistema penal y se incrementan las probabilidades de que existan problemas de abuso de sustancias, violencia y delitos en las familias.

El consumo de drogas puede convertirse en un importante problema de salud que además genera rechazo social y políticas estigmatizadoras. iii Esto se refleja en un problema público: la criminalización de las drogas y el manejo de los delitos relacionados con drogas en el sistema de justicia.

Leer el artículo completo en animalpolitico.com