En la mayor parte del Sur Global, los curanderos tradicionales superan en número a los trabajadores de la salud mental, constituyendo el sistema de atención sanitaria al que la población local tiene acceso y en el que confía. En un artículo reciente, publicado en el Health and Human Rights Journal, José Carlos Bouso (director científico de ICEERS) y Constanza Sánchez (directora de Derecho, Política y Derechos Humanos) abordan la necesidad de incluir las prácticas de curación tradicionales en el programa de salud mental global.

El movimiento salud mental global (GMH), cada vez más importante, se basa en los principios de respeto de los derechos humanos y los tratamientos basados en evidencias. Sin embargo, sigue privilegiando los enfoques psicológicos occidentales frente a los tratamientos de la medicina tradicional. En palabras de los autores, «hay una escasez de documentos institucionales y propuestas internacionales de GMH que consideren la posibilidad de invertir en las prácticas e investigaciones de la medicina tradicional».

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