Perú redujo y estabilizó las plantaciones ilegales de hoja de coca en los últimos años, pero el cultivo en algunas granjas se ha duplicado y la producción de cocaína se disparó, debido a la falta de fondos para combatir este lucrativo negocio, dijo el domingo el gobierno.

La ministra del Interior de Perú, Pilar Mazzetti, dijo a Reuters en una entrevista que los traficantes de droga del segundo mayor productor mundial de hoja de coca han cambiado su producción, desde la pasta básica de cocaína por la cocaína pura.

«Las cosas han cambiado, evolucionado. Cuatro o cinco años atrás, ellos estaban produciendo más pasta, pero ahora estamos descubriendo más laboratorios en las áreas de crecimiento y más y más clorhidrato de cocaína,» dijo Mazzetti.

«Antes era 80 por ciento pasta, ahora es 80 por ciento cocaína, y es cocaína de muy alta calidad,» agregó.

Según la ministra, la densidad de las plantaciones y la calidad del alcaloide están mejorando notoriamente.

«Usan fertilizantes químicos, nuevos tipos de semillas y no podemos impedir las modificaciones genéticas,» afirmó.

Las autoridades estiman que hay cerca de 49.000 hectáreas sembradas con coca, que producen unas 110.000 toneladas de pasta básica, que luego son transformadas en 36.700 toneladas de clorhidrato de cocaína por año.

Pero según Mazzetti, expertos afirman que la producción de coca es mayor a las 180.000 toneladas, equivalente a 60.000 toneladas de cocaína.

La industria legal que sirve para la producción de medicinas, bebidas y rituales nativos, consume sólo 250 toneladas de pasta.

Las fuerzas de seguridad de Perú erradicaron el año pasado unas 10.000 hectáreas de plantaciones de hoja de coca y otras 3.000 hectáreas fueron reemplazados por otros cultivos bajo programas de erradicación voluntaria.

Washington otorgó 54 millones de dólares el año pasado dentro de su acuerdo de cooperación antidrogas con Perú, una gota en el océano comparado con los más de 3.000 millones de dólares invertidos en Colombia desde el año 2000.

URGE MAS AYUDA INTERNACIONAL

«Estados Unidos estima que sólo el 20 por ciento de su cocaína viene de Perú y que Colombia se hace cargo del resto; por lo que su ayuda es mucho más reducida en nuestro caso. Nos esforzamos mucho para encontrar financiamiento de otras fuentes, trabajando con la Unión Europea,» explicó la ministra.

El crecimiento económico de Perú está contribuyendo al incremento del presupuesto antidrogas este año, pero Mazzetti aseguró que sólo cubre la mitad de los 200 millones de dólares necesarios para la erradicación e interdicción.

El gobierno también intenta modificar las leyes, para poder acusar a los productores ilegales de formar grupos criminales, contratar gente para traficar y lavar dinero. También necesita controlar las sustancias químicas usadas para producir drogas.

Cerca del 80 por ciento de la cocaína peruana es exportada por mar, a menudo escondida en fruta fresca o enlatada, a Panamá y a Europa, Africa o a México y Estados Unidos.

En las áreas de cultivo, un kilogramo de cocaína cuesta 1.200 dólares, que sube a 1.800 dólares en Lima y luego saltan a 25.000 dólares en Estados Unidos y 54.000 dólares en Europa.

La lucha antidrogas de Estados Unidos en Colombia y México ha hecho que los cárteles busquen nuevas bases de producción y algunos trabajan ahora con los productores peruanos.

«(Los productores) son más bien campesinos pobres que siembran lo que siembran porque, a menudo, allí no crece nada más. Nosotros no usamos herbicidas u hongos en las plantas y las cortamos manualmente,» agregó la ministra.

Cuando las plantaciones de coca están cerca de pueblos pequeños, donde éstas son su único sustento, las autoridades tienen que ignorarlas, ya que la erradicación puede provocar malestar social.

Los narcotraficantes obtienen protección de los remanentes de la guerrilla de Sendero Luminoso que operan en la selva. «Ellos han aprendido que brindar protección a los traficantes significa buen dinero,» puntualizó.