Una bien lograda combinación de dos fármacos ya existentes comercialmente, ha mostrado tener potencial para tratar a personas adictas a la cocaína. Según una investigación publicada en la revista «Science Translational Medicine» por The Scripps Research Institute, la unión de bajas dosis de naltrexona y buprenorfina administrada a ratas adictas, hizo que estas controlaran su comportamiento compulsivo relacionado a la droga.

«Estos descubrimientos potenciales representan un gran puente entre la investigación básica y el establecimiento de una nueva medicación efectiva para la adicción a la cocaína», dijo Leandro Vendruscolo, co-autor del estudio.

Ya se ha intentado tratar la adicción con otros medicamentos de forma individual, pero han fallado significantemente en el tratamiento de personas, ha señalado el otro autor George Koob, miembro del comité de Neurobiología de Desórdenes Adictivos.

La idea detrás de este tratamiento es hacer que el cerebro pase de estar estresado y agresivo a un estado normal. Según esta investigación la combinación de estos dos fármacos que ya se usan para otros propósitos, pueda ser efectiva en este caso. Por separado no sirven, uno no hace bien el trabajo, y el otro no se preescribe porque por sí solo es adictivo.

Medicinas existentes, pero ineficaces por separado

Se trata de la naltrexona y la y buprenorfina. La primera es un medicamento aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) que se utiliza para combatir contra la adicción al tabaco y al alcohol.

La segunda droga, es un opiáceo, un calmante similar a la morfina, que alivia algunos síntomas de personas enganchadas a la cocaína y a la heroína. El problema es que la buprenorfina es tan adictiva como la heroína y peligrosa.

Esta nueva combinación deberá pasar por ensayos clínicos para comprobar que también es efectiva en personas y se aprobada por la FAD.

El abuso del consumo de cocaína es un problema mayor en los Estados Unidos. El Instituo Nacional del Abuso de Drogas estimó en el año 2008 que cerca de 1.9 millón de estadounidenses habían usado esta droga en menos de un mes.

Cuando la cocaína es esnifada, inyectada se fuma, el químico entra al sistema sanguíneo y cruz la barrera sanguínea del cerebro, donde se acumula rápidamente en áreas que están vinculadas a circuitos de placer y motivación del cerebro. Una vez allí, la cocaína interfiere en la regulación normal de la dopamina (una sustancia que relaja) y bloquea el sistema de neurtransmisor. Por eso se produce un sentimiento de euforia en el consumidor, una sensación que se produce unos segundos despúes de consumir la droga que dura varios minutos. Koob y sus compañeros tienen años estudiando los efectos de la droga al cerebro a largo plazo.