El 80% de las mujeres que fuma no deja de hacerlo durante el embarazo y el 19,54% abandona el hábito al confirmar su estado, según un estudio presentado en el XXX Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) que se celebra hasta mañana en Valencia.

Según un comunicado de la Sociedad, el estudio se ha realizado en centros de salud de la provincia de Huelva y ha incluido a 244 mujeres embarazadas, con el objetivo de abordar el consumo del tabaco en este grupo, que supone «el factor de riesgo modificable más importante para la salud del bebé y de la madre».

Así se ha expresado el coordinador del Grupo de Abordaje de Tabaquismo de semFYC, Plácido Gascó, quien ha explicado que algunas embarazadas disminuyen el número de cigarrillos, «pero aún así se trata de un porcentaje muy elevado, porque el embarazo es un momento especialmente sensible para la salud de la mujer».

El estudio también señala que a la hora de dejar de fumar juegan un papel «fundamental» el apoyo de la pareja sentimental y tener un alto nivel socioeconómico y cultural, ya que así «están más concienciadas del daño que supone para el feto».

En este sentido, Gascó ha desmontado «un argumento muy escuchado y compartido entre las mujeres en estado y fumadoras» que asegura «que es preferible fumar algún cigarrillo antes que someterse al estrés de la abstinencia».

A su juicio, esa afirmación «no tiene ningún fundamento científico», mientras que el tabaco «sí supone un riesgo evitable de morbimortalidad perinatal, de parto prematuro y de que el bebé nazca con bajo peso, con los problemas que ello acarrea».

Por otra parte, la Sociedad de Medicina Familiar ha realizado un segundo estudio a 1.068 niños de escuelas de primaria de Vilassar del Mar (Barcelona), que arroja «datos alarmantes sobre el consumo de tabaco entre los padres».

Según indica, el padre o la madre del 40 por ciento de los niños estudiados es fumador, y en el 18 por ciento de los casos ambos fuman.

En opinión de Gascó, estas cifras indican «que algo se está haciendo mal», ya que los adolescentes «se inician al hábito por imitación de los adultos».

Los niños, ha añadido, «son los principales perjudicados del tabaquismo pasivo», que puede derivarse en patologías como el síndrome tabáquico-fetal, la muerte súbita del lactante, los problemas digestivos y nutricionales o las alteraciones inmunitarias, entre otras.