La adicción a Internet puede ser «casi tan peligrosa» como la de otras drogas, ya que, además, es un «psicoestimulante que estimula los nervios en el cerebro como lo hace la marihuana». Así lo asegura el investigador de la Universidad Católica de Colombia Jesús Enrique Jaimes Osma, en un artículo publicado en la revista «Adicciones», editada por Socidrogalcohol.

Jaimes Osma parte del concepto de que la adicción a Internet consiste en una «compulsiva agilidad para comunicarse a través de las redes cibernéticas, especialmente en la complejidad de la Red, para formar un círculo de relaciones cada vez más irreal y en el que no es necesario utilizar la máscara del convencionalismo».

A partir de aquí, el investigador compara la Red a la marihuana, «destacándose semejanzas como que Internet es un psicoestimulante, que estimula los nervios en el cerebro como lo hace la marihuana, afecta el Sistema Nervioso Central, al igual que la marihuana, aunque no tan drásticamente; además induce a la somnolencia, pérdida de la memoria a corto plazo y pérdida de la coordinación», asegura.

Estas similitudes le hacen concluir que Internet puede provocar una adicción «casi tan peligrosa como la de las drogas». Sin embargo, recalca que Internet «se obtiene por vía legal, lo cual indica que la adicción es legal. La toxicomanía es una dependencia física, mientras que Internet no lo es», añade en la revista subvencionada por el Plan Nacional sobre Drogas.

En cualquier caso, Jaimes Osma advierte que no todos los usuarios de la Red acaban por hacerse adictos, «ni mucho menos», pero los que sí, convierten a Internet en el «centro de su vida», pasan horas navegando en busca de información o curiosidades, discutiendo en los chats con amigos virtuales y enviando o recibiendo correos electrónicos.

Trastornos en el comportamiento

Por ese motivo, afirma que «este fenómeno, aparentemente inofensivo cumple todos los requisitos» para ser considerado como una adicción: la persona empieza por pequeñas dosis, que va aumentando progresivamente -esto se llama tolerancia y se produce un «síndrome de abstinencia»-. Además, si por alguna causa no puede navegar, aparecen trastornos en el comportamiento (irritabilidad, agresividad, desazón), que se calman cuando vuelve a conectarse, explica el investigador.

Para considerar a una persona adicta a Internet, Jaimes Osma asegura que deben aparecer tres o más de los siguientes síntomas: una necesidad incrementada en la cantidad de tiempo dedicada a la satisfacción de lograr cosas en Internet (siempre que no sea por motivos laborales 35 horas semanales es suficiente para que se le considere «enganchado»); pensamientos obsesivos acerca de las novedades de Internet; agitación psicólogica, ansiedad, irritabilidad al dejar la Red o no poder usarla, y que se calma al volver a conectarse.

Entre los síntomas a vigilar también aparecen: un gran gasto de tiempo y energía en actividades relacionadas con Internet; olvidar y dejar de lado actividades cotidianas, familiares, laborales, sociales, personales a causa del uso excesivo de Internet; y continuar el abuso de Internet en lugar de resolver los problemas físicos, psicológicos o sociales causados por la adicción (insomnio, trastornos sexuales, negligencia, retrasos, abandono personal u ocupacional).

Mujeres y adolescentes

Por otro lado, el investigador afirma que las mujeres y los niños adolescentes y jóvenes son los grupos de personas especialmente sensibles a padecer esta adicción a Internet. Por un lado las mujeres «se sienten particularmente atraídas por las charlas en los chats», mientras que el segundo colectivo se mueve por la «gran curiosidad y el acceso a multitud de datos, conocimientos, etc.».

Finalmente, señala que en ambos casos los especialistas lo califican como un «problema de comunicación», y asegura que el anonimato que ofrece la Red «aporta seguridad y levanta personalidades reprimidas, incapaces en muchos casos de relacionarse con las personas más cotidianas», lo que les permite relacionarse con personas de todo el mundo a los que no verán nunca. «Con ello tratan de escapar de los problemas de la vida real», concluye el artículo.