Su nombre puede ser Billy, Juan o Raquel, pero la forma en que desarrollaron su adicción a las drogas es bastante similar.

Casi todos empezaron probando marihuana por curiosidad, porque sus compañeros lo hacían, cuando no tenían más de 12 ó 13 años. Esa edad tenía “Billy”, que no es su nombre de verdad, cuando fumó marihuana por primera vez en casa de un compañero de escuela. Esta prueba se convirtió en hábito y Billy acabó yendo mañana, tarde y noche a casa del amigo para fumar.

En ese tiempo se puede decir que el chico estaba física pero no mentalmente en la escuela, no le importaba lo que explicaba el maestro ni se podía concentrar en la lección. En casa siempre tenía alguna excusa para salir y sus padres no recelaron hasta mucho después.

Para entonces Bill ya estaba en el décimo grado y había experimentado con otras drogas más fuertes que la marihuana: éxtasis, ácido, cocaína, metanfetamina, entre ellas. Él y sus amigos asistían a las raves o macrofiestas que empiezan en la madrugada y pueden seguir hasta el día siguiente sin que la gente pare de bailar. Allí se consume sobre todo éxtasis, droga sintética de diseño fabricada a partir de las anfetaminas.

En este punto el muchacho ya no podía controlar su adicción a la metanfetamina. Su madre le sorprendió inhalando la droga en casa y Billy no pudo seguir fingiendo. Vino la confrontación con su familia, entradas y salidas a tratamientos, arrestos, una espiral hacia la destrucción que sólo con gran fuerza de voluntad y el apoyo familiar pudo superar. A Billy le preocupa ahora no saber cuántas células cerebrales habrá perdido durante los años que abusó de las drogas.

El Centro Nacional Antidrogas ha divulgado esta historia real y otras parecidas de forma anónima para alertar a los padres del peligro que acecha a sus hijos cuando se acercan a la adolescencia. El propósito, indican, es que tomen medidas preventivas mucho antes.

“Deben hablarles de las drogas para el tiempo en que les dicen que no deben jugar a la pelota en plena calle”, dice el doctor Richard Heiss, a quien el uso de inhaladores le robó a un hijo adolescente.

Este padre pone a otros en guardia sobre el peligro de vaporizadores y productos de limpieza domésticos, algo que desgraciadamente utilizan también algunos menores de edad. Su idea es alcanzar un estado de euforia que creen les hará sentir bien y a veces olvidar cosas desagradables de su alrededor, como pueden ser problemas escolares o con la familia.

A menudo, como sucede con otras sustancias, hay niños que sólo las prueban por imitar a los demás.

Puerta de entrada

Billy atribuye a la marihuana su adicción a la metanfetamina. Como le ocurrió a él, abundan casos en que el camino a la drogodependencia se inició el día en que fumaron el primer cigarrillo de marihuana, opinan los especialistas en drogas.

Tienden a considerar la marihuana como el primer paso hacia el consumo de drogas más fuertes, un extremo sobre el que no hay conclusiones definitivas, porque si bien muchos drogodependientes empezaron fumando marihuana, hay personas que la han consumido y su uso no ha escalado a sustancias de mayor envergadura.

La revista Newsweek citaba la opinión del zar de las drogas Scott Burns, de la Oficina Nacional de Política para el Control de Drogas: “Si podemos hacer que un joven llegue a los 20 años sin usar marihuana, hay un 98% de probabilidades de que nunca utilice ninguna otra droga”.

La epidemia de metanfetamina denunciada recientemente por las autoridades federales ha hecho cundir la alarma y recomendar a los padres que se informen sobre esta droga, para que puedan educar a sus hijos de los peligros que entraña. El secretario de Justicia, Alberto Gonzales, ha declarado: “La metanfetamina es ahora la droga más peligrosa de América”.

La Oficina Nacional de la Política para el Control de Drogas creó una campaña antidrogas dirigida a la juventud a través de internet y también de folletos educativos. En ellos se ofrece a los padres información y sugerencias sobre la forma de prevenir que sus hijos se inicien en el uso de drogas.

El primer paso es establecer con ellos desde edad temprana canales de comunicación y confianza. Es esencial que los niños aprendan los peligros de las drogas a través de sus padres y de quienes les cuidan. Se ha comprobado que cuando esto sucede probablemente habrá un 36% menos de ellos que fumará marihuana, un 50% menos que utilizará inhaladores, un 56% que no usará cocaína y un 65% que no probará el LSD.

Por otra parte, cuando padres y escuela tienen expectativas sobre el futuro de los niños, éstos son menos propensos a utilizar sustancias de evasión, como alcohol y drogas, dicen los educadores.

“Muchos niños no desean decepcionar a sus padres”, señala Amelie Ramírez, doctora en salud pública. “Tener expectativas ayuda a los niños a no consumir drogas”. Lo principal para prevenir su uso, dice esta especialista, es “fijar límites, establecer reglas claras e involucrarse en la vida diaria de los niños”.

Es esencial conocer a los amigos de los hijos y establecer contacto con sus padres, indican los educadores.

Éstos y otros consejos se ofrecen a las familias en la literatura publicada por la Campaña Nacional Antidroga. El principal objetivo es que la prevención haga innecesario que los padres y la ley tengan que intervenir después, porque a veces se llega demasiado tarde.