Un grupo de neurólogos ha identificado un tipo de moléculas, que se producen de manera natural en el cerebro, que provocan la ansiedad propia de la adicción a la cocaína en una situación de abstinencia. Estas sustancias químicas, las orexinas, producen cambios en el cerebro que favorecen la adicción.

Desde hace tiempo los científicos sospechaban que el cerebro sufría neuroadaptaciones (cambios en las conexiones entre grupos de neuronas) inducidas por las drogas; cambios que determinan la diferencia física entre un cerebro que se comporta como adicto o no adicto a ciertas drogas, como la cocaína o la morfina.

Ahora, tras varios estudios realizados con cocaína y sobre cerebros de ratas de laboratorio, el equipo dirigido por Antonello Bonci, del Centro de Investigación Ernest Gallo, en colaboración con la Universidad de California, ambos en EEUU, ha constatado que «la adicción que producen ciertas drogas va mucho más allá del recuerdo del placer inducido por la sustancia, ya que su uso modifica la conexiones neuronales de manera persistente«, explican en el trabajo, publicado por la revista «Neuron«. «Las drogas adictivas, por supuesto, alteran el cerebro y muchas de las alteraciones perduran largo tiempo».

El descubrimiento «abre nuevas vías de estudio para el tratamiento del síndrome de abstinencia y para prevenir recaídas», asegura Bonci a elmundo.es. Las orexinas se liberan en los periodos de abstinencia, que es «cuando los drogodependientes suelen solicitar ayuda». El hecho de conocer mejor la bioquímica del cerebro durante esa fase permitirá desarrollar fármacos específicos para aplicar en esos momentos.

La plasticidad de las neuronas

Estudios previos realizados por otros científicos han relacionado las orexinas con el tegumento ventral, una zona del cerebro relacionada con la plasticidad, es decir, la reordenación de las conexiones entre grupos de neuronas para adaptarse a una nueva situación. Este nuevo trabajo constata y confirma que las orexinas inducen por sí mismas este cambio físico en el cerebro.

La zona que activan las orexinas, el tegumento ventral, se encuentra en el hipotálamo lateral, implicado en la regulación del sueño y la vigilia, el apetito y los comportamientos adaptativos y de aprendizaje. «El estudio da un paso importante al vincular los mecanismos de aprendizaje y memoria con los de adicción«, explica Roy Wise, especialista en abuso de sustancias en los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses, en un artículo que acompaña al estudio.

El especialista subraya la relevancia de investigaciones de este tipo para comprender lo que ocurre en el cerebro de los drogodependientes: «Mientras que comer o ciertos hábitos sexuales pueden convertirse en algo compulsivo hasta el punto de sufrir un alto riesgo de diabetes o enfermedad cardiovascular, la adicción implica impulsos inevitables mucho más graves y requiere una explicación más sólida [que la psicológica] y mecanismos más complicados», indica.