Juan tiene 28 años y acaba de comenzar su décimo trabajo. La alarma repica a las 7.00 de la mañana y se despierta para comenzar su faena. Su esposa está al lado y de sólo mirarla la chispa del deseo se enciende. Con un ligero roce por el brazo y unos cuantos besos en la nuca la compañera interpreta el mensaje. 

Luego de la actividad sexual, el hombre de 1,70 metros de altura y ojos negros se dispone a echarse un baño. Su imaginación empieza a volar e invita a su pareja a acompañarlo. Ella accede y entre las gotas de agua y la espuma del jabón el momento romántico se alarga. 

Ya son poco más de las 8.00 y sólo le queda media hora para llegar a la oficina. En su interior no quiere despegarse del placer, pero su esposa lo obliga a cumplir con las responsabilidades. En el camino la fantasía se apodera de sus pensamientos y una vez más inventa una situación de disfrute sexual. 

Al llegar a su cubículo, enciende la computadora y automáticamente abre su página pornográfica favorita. Así se pasa la mañana y el cerro de papeles que debe revisar esperan a un lado sin ser tomados en cuenta. Son las 12.00 del mediodía. La hora de almuerzo comienza a transcurrir y al salir corre para llegar a su casa. El deseo por un nuevo encuentro sexual es cada vez más fuerte. No lo puede controlar. 

Juan padece un trastorno. Se trata de la adicción al sexo, un comportamiento que provoca en el individuo un apego completo a las actividades sexuales como masturbación, uso de pornografía, fantasías y sexo para sentir bienestar y confort en su vida. 

René Gudiño, sexólogo, explica que se habla de adicción al sexo cuando las actividades rutinarias de la persona son afectadas por la obsesión de responder a sus deseos sexuales constantemente. «Cuando una persona no puede hacer su trabajo, tiene problemas para estudiar y la interrelación familiar o personal se deteriora porque siempre está pendiente de cómo y cuándo hacerlo, entonces allí se habla de adicción al sexo». 

El problema no son las ganas, es la frecuencia

El impulso por querer volar a un mundo irreal, sin preocupaciones y lleno de placer hace que Juan se ingenie las maneras para escapar a su universo. Tener sexo con su esposa o prostitutas al salir del trabajo, masturbarse en el baño y ver revistas, películas y canales pornográficos son algunas de las formas más comunes. 

Gudiño, quien también es psicólogo, deja claro que si un hombre mantiene una actividad sexual diaria no se torna problema siempre y cuando su pareja esté de acuerdo y sus actividades ordinarias no se vean afectadas. Destaca que en el rango comprendido de 20 a 50 años se considera que una pareja mantiene una actividad sexual baja cuando sus encuentros son una vez cada dos semanas, normal si hacen el amor tres veces por semana y alta si es más de cinco. Hace hincapié que la periodicidad alta no es síntoma de adicción al sexo. 

El especialista revela que en tres años de experiencia son pocos los casos que se ha encontrado con esta patología. Por el contrario, resalta que la alerta se enciende porque 10 de cada 10 parejas que asisten a su consultorio con problemas en la relación sexual consideran que uno de los dos es adicto al sexo. «No hay estudios que indiquen la cantidad de adictos sexuales en el país, pero la tasa es baja. Lo que se torna preocupante es que todas las parejas que asisten a mi consulta por problemas en el acto sexual, culpan al otro de ser adicto».

Hacer el amor muchas veces al día, el autoejercicio de la función sexual en repetidas ocasiones y ver, leer o visitar páginas en Internet de pornografía son algunos de los mitos que se generan en torno al tema. Gudiño insiste en que ninguno de los anteriores puede ser considerado como conducta adictiva mientras el individuo mantenga el control sobre ellas y su vida no se vea alterada sin la praxis cotidiana. Comenta que aunque es un trastorno que es más frecuente en hombres, también algunas mujeres lo sufren.

La mente es la protagonista

Cuando los padres de Juan se divorciaron, él apenas cumplía 13 años. La idea de ver a su madre llorando en cada rincón rondaba en su mente día y noche. Descubrió que las películas porno y el autoejercicio de la función sexual mitigaban su perturbación. Así fue como desde entonces su apego al placer sexual fue creciendo más y más. 

El origen de la patología es psicológico. Así lo manifiesta René Gudiño, psicólogo y sexólogo, quien precisa que generalmente los conflictos vienen dados por maltrato físico, psicológico, sexual o emocional, que desencadenan en el individuo la necesidad de escapar de la situación desfavorable. «El problema se puede dar en cualquier etapa de la vida y puede obedecer a muchas índoles, no sólo tiene que ser sexual. La solución para acabar con el vicio es un tratamiento psicológico, que en ocasiones, puede ir acompañado con indicaciones psiquiátricas». 

Autoanálisis

  1. ¿Compra regularmente revistas de contenido romántico o sexual explícito? 
  2. ¿Se encuentra con frecuencia con pensamientos sexuales o fantasías románticas? 
  3. ¿Siente que su conducta sexual es normal? 
  4. ¿Alguna vez su esposo o pareja se ha preocupado o quejado de su comportamiento sexual? 
  5. ¿Tiene problemas deteniendo su conducta sexual cuando sabe que es inapropiada? 
  6. ¿Se ha sentido mal con respecto a su conducta sexual? 
  7. ¿Ha creado su conducta sexual problemas para usted o para su familia? 
  8. ¿Alguna vez se ha preocupado de que los demás averigüen acerca de sus actividades sexuales? 
  9. ¿Ha sido acusado o detenido por la Policía o seguridad debido a actividades sexuales en lugares públicos o inapropiados? 
  10. ¿Ha hecho esfuerzos para detener una conducta sexual y ha fallado? 
  11. ¿Ha sido el sexo o las fantasías románticas una forma de escapar de los problemas? 
  12. ¿Ha interferido su conducta sexual con su vida familiar? 
  13. ¿Se siente controlado por sus deseos sexuales y fantasías románticas? 
  14. ¿Alguna vez ha pensado que su deseo sexual es más fuerte que usted?  

Si la mayoría de sus respuestas son afirmativas, usted podría padecer el trastorno denominado adicción al sexo. Lo recomendable es que busque ayuda de un especialista.