“Lo último que me viene a la cabeza es que fui a un bar. Me estaba tomando el segundo trago, y no sé más nada. Aparecí en una avenida, sin cartera y sin saber qué me pasó”.
“Se me acercaron dos personas en un centro comercial, y no recuerdo qué sucedió. Me violaron y me robaron”.
Las historias de la burundanga parecen inverosímiles, porque cuesta aceptar que un ser humano pueda ser despojado de su raciocinio a fuerza de químicos.
Pero la próxima vez que alguien le cuente un relato similar, créale, porque es verdad. Esta mezcla de drogas conocida como burundanga realmente anula la voluntad.
Un ejemplo reciente: el pasado viernes, el ministro de Interior y Justicia, Jesse Chacón, confirmó que monseñor Jorge Piñango había sido dopado con burundanga, supuestamente, antes de ingresar con su acompañante en el Hotel Bruno y ser asesinado.
La burundanga no es una sola cosa. Por el contrario, es el nombre popular que se le da a una combinación de escopolamina (una sustancia que entorpece la acción del neurotransmisor acetilcolina) y otras drogas (generalmente, benzodiazepinas, aunque también, los viejos antihistamínicos que sumían en la somnolencia), dependiendo de si quiere generar un sueño largo o corto, aclara Gladys Venegas, del Servicio de Información de Medicamentos y Tóxicos (Simet) de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela.
A esto se le suele sumar el alcohol, alcohol, puesto que la burundanga generalmente se administra vía oral, escondida en un licor o en un refresco. Aunque no es visible, sí se puede detectar por su sabor amargo, acota Venegas.
En todo caso la escopolamina es como el Doctor Jekyll y Mister Hyde: tiene acciones benéficas utilizada en pequeñas dosis, pero administrada en grandes cantidades facilita acciones criminales al alterar el estado de conciencia. “Es útil en problemas médicos, pero también puede hacer mucho daño. Es una cuestión de dosificación”, advierte Antonio Pacheco, miembro fundador del Colegio Venezolano de Neuropsicofarmacología.
La burundanga no es un problema exclusivo de Venezuela. Presumiblemente, apunta Venegas, ni siquiera se elabora en el país, y formaría parte de un “mercado negro”.
Son familiares los reportes delictivos provenientes de Colombia en los que se recurrió a la burundanga para manipular a un sujeto y despojarla de sus bienes. Eduardo Scarlato, jefe del servicio de Toxicología del Hospital Clínicas José de San Martín de Argentina, refirió que en esa nación se llama burundanga comúnmente a “una planta de hermosas flores, la que contiene un principio activo natural con propiedades de afectar el estado de conciencia y de la sensopercepción de quien la consume”.
En Argentina “se han reportado episodios delictivos con distintas modalidades, como convidar un bombón, una bebida o un cigarrillo que contiene dicha droga”. Tampoco es un compuesto contemporáneo, pues, de acuerdo con Scarlato, “aunque parezca mentira, hay antecedentes de este tipo de actos delictivos con esta planta en el siglo XVIII”.
Boca seca y visión borrosa
Es cierto que la burundanga se administra sin que la víctima se entere (lo que causa una gran sensación de vulnerabilidad en la población), pero también es cierto que se necesita una dosis muy grande; es decir, “no es que te pasan un dedo con la droga, y ya.
Debe penetrar bien para que desencadene ese efecto de confusión y pérdida de memoria”, explica Pacheco. Aunque puede ser inhalada, inyectada o aplicada en la piel, la vía de administración habitual (para que los efectos sean rápidos) es oral.
A la persona que le dan burundanga le aumenta la frecuencia cardiaca, presenta palpitaciones, se le seca la boca, se le dilata la pupila, la visión se le vuelve borrosa. “Hace lo que le digan que haga, pierde la capacidad de conservación”, asegura Betty Omaña, jefa del servicio de Toxicología del Hospital Periférico de Coche. “Es un efecto muy rápido”.
Además, se prolonga por varias horas. Un sujeto puede ser violentado sexualmente en estas circunstancias, y únicamente las evidencias físicas (laceraciones, fluidos) evidenciarán lo que sucedió.
Lo más frecuente son la confusión y los trastornos de memoria.
“que son aprovechados por los delincuentes para actuar, porque el individuo olvida con quién estaba, dónde estaba, y aparece en otro sitio, desorientado, sin la memoria de lo ocurrido; ni siquiera puede reconocer a su agresor”, refiere Pacheco. Igualmente pueden aparecer alucinaciones, delirios, desorientación, confusión. Una sobredosis, advierte el psiquiatra, llega a provocar la muerte debido a paro respiratorio.
Sin embargo, los reportes recibidos en el Simet (cerca de 1 por mes) revelan que las personas no fallecen, sino que duermen mucho luego de haber sido intoxicadas con burundanga, comenta Gladys Venegas. “Es un sueño que dura 24 horas, que no responde a la luz o al movimiento”.
Al despertar, las víctimas se encuentran sin tarjeta de crédito, sin automóvil y sin recuerdos recientes. Y, encima, con la sensación de haber sido marionetas de una desconocida o un desconocido.
Prevenir el abuso
E recomendaciones para que una persona no sea violentada por criminales mediante el empleo de burundanga:
– En sitios públicos, sólo beber el trago que hayan preparado o servido delante de sus ojos. No beber del vaso de desconocidas o desconocidos.
– Si observa algún movimiento extraño a su alrededor, o detecta un sabor inesperado, rechace el vaso.
– En caso de sentir un letargo súbitamente visión borrosa o sequedad de la boca, comuníquelo a alguien de confianza que se encuentre cerca (un familiar o un amigo). Si usted está sola o solo en un bar, solicite la ayuda del gerente.
– No acepte que individuos que no conoce le den la mano en la calle. Mantenga una duda razonable ante quienes se le acerquen.
– Permanezca en situación de alerta cuando se encuentre en una multitud.