Introducción

La creciente problemática en relación al uso de pantallas entre los adolescentes ha generado un aumento de la demanda de atención especializada por esta temática en servicios como pediatra, CSMIJ, servicios especializados de atención a las adicciones, institutos, etc.

Algunas investigaciones internacionales muestran como la cantidad de horas diarias de dedicadas a las pantallas se ha duplicado durante la pandemia del SARS-CoV-2 en comparación a las estimaciones previas (Xuedi Li, 2021). En Inglaterra el uso de redes sociales está relacionado con un incremento en las tasas de ansiedad y depresión, con dificultades del sueño, y con problemas de autoimagen y el ciberbullying. Es un problema creciente: 7 de cada 10 jóvenes afirman haberlo experimentado (Royal Society for Public Health, 2017).

Por otro lado, a nivel nacional, el informe de adicciones comportamentales de 2021 del Ministerio de Sanidad revela que la prevalencia del uso compulsivo de internet ha aumentado en 2021, 23.5% respecto al 20% en 2019, en ambos sexos y en todos los tramos de edad. Se advierte un mayor aumento de la prevalencia entre las chicas (28.8% en 2021 i 23.4% en 2019) que entre los chicos (18.4% en 2021 i 16.4% en 2019) i en edades más tempranas. De los tratamientos que se inician en las unidades de adicciones comportamentales (UAC) los más frecuentes entre los menores de 18 años son la adicción a los videojuegos, con el 76% de los casos, seguidos de otras adicciones digitales, con el 17%. Los conflictos familiares, los problemas económicos y de salud son las consecuencias asociadas más frecuentes tanto en hombres como en mujeres.

El abordaje terapéutico de esta problemática a menudo se centra en la atención a los jóvenes de manera individual. Sin embargo, las personas más motivadas y capaces de introducir cambios suelen ser los padres como indica el mismo informe del Ministerio, “la motivación para iniciar tratamiento en el caso de las adicciones tecnológicas está influida por la familia o amigos” (Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Informe sobre Adicciones Comportamentales, 2021). Podemos conseguir una mayor efectividad si se complementa el trabajo individual y familiar con la participación de los padres en grupos terapéuticos.

Los grupos terapéuticos constituyen una oportunidad para encontrar soluciones y superar limitaciones, además del mayor coste-beneficio que suponen. Los factores que determinan la eficacia del grupo son (Yalom, 1996):

  1. Infundir esperanza
  2. Universalidad
  3. Transmitir información
  4. Altruismo
  5. Desarrollo de técnicas de socialización
  6. Aprendizaje vicario
  7. Catarsis
  8. Recapitulación del grupo familiar primario
  9. Factores existenciales
  10. Aprendizaje interpersonal
  11. Cohesión del grupo

Atención grupal a padres

Adoptar el marco conceptual de la “parentalidad positiva” nos permite tener una guía general en la atención grupal a padres para escoger metodologías concretas de intervención y realizar evaluaciones específicas. Este modelo define la parentalidad positiva como los “comportamientos de los padres fundamentados en el interés del menor, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación, que incluye el establecimiento de límites que permiten el pleno desarrollo del niño “(recomendación 19 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, 2006).

En consecuencia, marcamos como objetivo principal de los grupos de padres reforzar su competencia parental, lo que resulta determinante en la evolución del adolescente (Hautmann, 2008).

Como objetivos secundarios proponemos:

  • Mejorar las habilidades parentales.
  • Reforzar los vínculos y mejorar el clima familiar.
  • Aumentar la percepción de autoeficacia y autoestima de los miembros del grupo.

Herramientas prácticas

El trabajo grupal puede ser del tipo psicoeducativo más enfocado a la prevención o de tipo terapéutico enfocado en la intervención sobre el síntoma presente en la búsqueda compartida de soluciones. Combinar ambos enfoques permite cubrir el amplio espectro de necesidades y suple las limitaciones de cada modelo de conducción de grupo.

Los grupos terapéuticos se centran en aumentar el insight y la mentalización. Se persigue promover la conexión emocional en el entorno seguro del grupo, compartir experiencias y aumentar la percepción de autoeficacia en la gestión de la problemática del hijo o hija.

La vertiente psicoeducativa se centra en la mejora de las habilidades parentales. Disponemos de programas de intervención como PROTEGO (Asociación PDS ,2017). Es un programa de prevención selectiva dirigido a madres y padres con hijas e hijos preadolescentes y adolescentes con el fin de mejorar las habilidades educativas parentales que tienen relación con las adicciones y otras conductas problemáticas.

PROTEGO propone abordar los siguientes contenidos en 10 sesiones:

  1. Aprender a definir objetivos de cambio
  2. Implantar un estilo de comunicación positivo
  3. Reforzar las relaciones familiares y la gestión de conflictos
  4. Aprender a establecer normas y límites adecuados
  5. Mejorar el vínculo afectivo y la protección de los hijos
  6. Adoptar estrategias alternativas de resolución de problemas

Es importante complementar los contenidos psicoeducativos con recursos específicos para la gestión del buen uso de las nuevas tecnologías. Ofrecer respuestas concretas y prácticas sobre temas de actualidad y material específico relacionados con las tecnologías, aumenta la sensación de autoeficacia de los miembros del grupo y de la utilidad de su participación en el mismo.

Proponemos las siguientes temáticas y materiales. Todos ellos pueden obtenerse fácilmente en internet y en el glosario adjunto.

  • Planes digitales familiares
  • Guías de buenas prácticas adaptadas a cada etapa de crecimiento sobre el buen uso de las tecnologías
  • Herramientas de control parental
  • Contratos familiares para el uso de los dispositivos (móvil, Tablet, videoconsola, ordenador, etc.)
  • Conocimientos sobre las aplicaciones y videojuegos más populares (Twitch, TikTok, Discord, Roblox, etc.)
  • Procedimiento a seguir en situaciones de riesgo (ciberbullying, sexting, grooming, fraude online, apuestas online, etc.)

Evaluación

En el formato de intervención grupal es adecuado evaluar las competencias parentales previas y posteriores de los participantes en el proceso de tratamiento.

Evaluar al inicio nos permite conocer las necesidades de los miembros del grupo. De este modo se podrá adaptar el contenido y potenciar las competencias más desarrolladas y promover la adquisición o mejora de las habilidades más carenciadas. La evaluación al finalizar la intervención grupal nos aportará información de la eficacia del tratamiento realizado, ofrecer ideas de mejora en los futuros grupos y material de análisis sobre los factores que han intervenido en los cambios.

Un instrumento de medida útil y congruente con la corriente de la parentalidad positiva es la “Escala de Parentalidad Positiva (e2P)”. Las competencias parentales vinculares se manifiestan principalmente a través de prácticas de crianza socioemocionales (Bornstein & Putnick, 2012), que son las que explora la escala e2p. Los componentes de la competencia parental vincular son cuatro:

  1. La mentalización
  2. La sensibilidad parental
  3. La calidez emocional
  4. El involucramiento parental en los distintos aspectos de la vida cotidiana de los hijos.

La Escala de Parentalidad Positiva (e2p) es un cuestionario muy sencillo que puede contestarlo cualquier adulto responsable de la crianza. Su objetivo es identificar aquellas prácticas utilizadas al relacionarse con los hijos a cargo.

Sobre los autores:

Sònia Fernández Garrido
Sònia Fernández Garrido. Psicóloga Subsección Intervención en Drogodependencias – Centro SPOTT. Gerència de Serveis Socials. Àrea d’Igualtat i Sostenibilitat Social. Diputació de Barcelona.
Joan Bosch Vilana
Joan Bosch Vilana. Psicólogo Subsección Intervención en Drogodependencias – Centro SPOTT. Gerència de Serveis Socials. Àrea d’Igualtat i Sostenibilitat Social. Diputació de Barcelona.