El número de ludópatas en Oviedo se ha duplicado en siete años, según la Asociación de Jugadores Anónimos de Asturias, que tiene contabilizados unos 200 casos actualmente. La cuestión se agrava si se tiene en cuenta que la mitad de los afectados que buscan ayuda en alguna de las tres asociaciones del municipio no superan los 30 años de edad.

La terapia en estos casos es especialmente compleja. El factor psicológico juega un papel determinante: «Deben ser conscientes de que serán unos enfermos para toda su vida», explica Ana, como prefiere ser llamada esta responsable de uno de los colectivos. La afirmación, aunque «sin ánimo de ofender a nadie», es tajante: «La adicción al juego no tiene cura, tan sólo remedio», subraya la ovetense. No obstante, la Asociación de Jugadores Rehabilitados, con sede en Gijón, cifra también en 200 los afectados por la patología en la ciudad vecina.

Según datos del Ministerio del Interior, el gasto en juego en la región alcanzó 640,8 millones de euros a lo largo de 2001, último año contabilizado. De ellos, 559,54 fueron a parar a las salas de bingo y a las tragaperras. Entonces, se tenía constancia de un total de 2.090 máquinas, además de las siete salas de bingo.

Las tragaperras continúan encabezando el «ranking» de tentaciones. «Al estar a la vista de cualquiera en las cafeterías, y no en las salas específicas, son lo peor», defienden desde Jugadores Anónimos. El nuevo casino «podría incrementar los números de ludópatas, aunque no tiene porqué», aprecian en este colectivo.

Una experiencia

El paso de Ana por Jugadores Anónimos fue determinante para abandonar el mundo del azar. «También mi voluntad ha sido clave», añade.

Como otros muchos ludópatas, llegó a pensar que el juego le solucionaría la vida. Sin embargo, ahora reconoce que «sólo me trajo problemas». El paso de los años la ha hecho ver «el lodo» en el que se metió.

El descuido de su familia es su mayor reproche. «Seré inocente: no me daba cuenta que las tragaperras están para ganar dinero», reflexionaba ayer. Un pensamiento que alguna vez compartieron sus compañeros.

Según Ana, la adicción de la mayoría comenzó «de la forma más tonta». «Con la vuelta del café prueban suerte, al día siguiente repiten, y cuando se quieren dar cuenta, están completamente enganchados, no pueden dar marcha atrás», explica.

Este es un testimonio real que comparten varios de los jóvenes ludópatas que se reúnen dos veces por semana en Oviedo. Los encuentros están integrados de al menos 15 personas y en ellas cuentan sus experiencias, es decir, cómo han pasado las últimas 24 horas sin jugar.

Los tres locales de los que dispone en Oviedo la asociación albergan «cada día a más gente», desde que naciera el colectivo en 1989.

Lo hizo gracias al impulso de Benedicto Santos, fallecido sacerdote de la parroquia de San Juan El Real, a quien cuatro ludópatas reclamaron su ayuda cuando se ocupaba del Teléfono de la Esperanza.