Sube el consumo de alcohol, cocaína y drogas de diseño entre los adolescentes. No es una información nueva, pero la realidad a la que hace referencia está haciendo incrementar los mensajes de alerta por parte de los expertos. Según los últimos datos, el 79 por ciento de los jóvenes de entre 14 y 18 años confiesa que ha probado el alcohol, y el 3,9 por ciento, que lo toma asiduamente, los fines de semana, sobre todo. También aumenta de forma considerable el consumo de tabaco y de las drogas de diseño, sustancias que ingiere con frecuencia el 4 por ciento de los integrantes de este grupo de edad. Así lo explicó ayer Fernando Sánchez, médico de Atención Primaria y miembro del equipo sanitario de Protección Civil, que habló a alumnos de ESO del Colegio Marista Champagnat sobre los riesgos relacionados con el abuso de drogas.

Durante su intervención, dirigida a estudiantes de 14 años, indicó que el alcohol y el tabaco suelen ser la puerta de acceso al consumo de otras sustancias, principalmente las pastillas de diseño, de fácil acceso «por su comodidad y su bajo precio».

En este sentido, el facultativo destacó las dificultades a las que se enfrentan muchas veces los equipos sanitarios, ya que en el 90% de los casos desconocen la sustancia con la que se han elaborado los comprimidos, por lo que los tratamientos son «a boleo «. Además, Fernando Sánchez denunció la «permisividad social» que rodea al abuso de cocaína, un «tremendo error», ya que su ingesta genera «alteraciones físicas y psíquicas, y es la principal causa de infarto en menores de 35 años». La curiosidad, las ganas de parecer importante y los problemas familiares son algunas de las causas por las que los menores se introducen en estos consumos, ya que a esa edad «no se está mentalmente maduro». La ingesta de alcohol también facilita el acceso a otras drogas, ya que «baja el nivel de alerta» en el adolescente.

Respecto a los signos que pueden hacer sospechar la presencia de una adicción, el médico resaltó la modificación del menor, que cambia sus compañías y sus horarios, pierde rendimiento escolar y pide más dinero o intenta conseguirlo por otras vías. También existen otros síntomas físicos, como la presencia de pupilas dilatadas y de una sudoración excesiva, aunque éstos son más detectables para un profesional. Una vez que se detecta la existencia del problema, hay que considerar siempre al afectado «como un enfermo» y proporcionarle «tratamiento físico y psíquico».

Ante esta situación, son fundamentales las campañas de prevención, ya que se ha demostrado que es efectivo explicar a los adolescentes «la trascendencia del uso y el abuso de drogas, porque ellos no valoran que los actos de ahora tendrán consecuencias en el futuro, por lo que la referencia se la tenemos que dar nosotros».