Sin lugar a duda, la formula perfecta para muchos en un evento social es: un buen trago y un cigarrillo. Los fumadores sociales, quienes consumen tabaco sólo cuando otros lo hacen y situaciones de esparcimiento, son los que suelen hacer este tipo de asociaciones.
Investigadores de la Universidad de Chicago y de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, hallaron cuales son los mecanismos biológicos que generan esas relaciones.
«Muchos estudios han mostrado una asociación entre consumo de tabaco y el alcohol y el consumo de uno de ellos incrementa la posibilidad de consumir el otro», detalló el trabajo liderado por los sicólogos Andrea King y Jed Rose.
En un principio la teoría que los investigadores solían aplicar a esta relación entre el alcohol y el cigarrillo, era que la nicotina apaciguaba los efectos sedantes que el alcohol puede causar en las personas, según publicó hoy el medio chileno La Tercera.
Ahora se descubrió que está alianza surge a partir de sus efectos estimulantes a nivel cerebral. Mariano Montenegro, jefe del Programa de Rehabilitación de Drogas del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace), explicó que las distintas drogas y sustancias estimulantes “todas llegan a la misma zona, conocida como el sistema de recompensa del cerebro, que genera la sensación de placer».
Cuando una persona consume alcohol, se activa esa área y ese efecto se potencia aún más si se le suma el tabaco: «En términos simples, la bebida activa el sistema cerebral y éste, a su vez, pide el refuerzo de la nicotina y otras sustancias del tabaco para reforzar las sensaciones placenteras», dice Montenegro.
Esta conclusión, lleva a los expertos a decir que una potencia los efectos adictivos de la otra: «Quienes quieren dejar de fumar deben ser aconsejados de no beber en los meses».