Estamos soñando si creemos que las drogas no han llegado al golf”, afirmó el surafricano Gary Player, de 71 años, en Carnoustie (Escocia) la semana que se disputaba la última edición del British. El vencedor de nueve torneos del Grand Slam solicitaba a los responsables de los grandes circuitos mundiales, entre los que se halla el europeo, que introduzcan controles antidoping. “No me sorprendería que se detecten casos porque sé que hay golfistas que emplean hormona de crecimiento, creatina o esteroides”.
Varios jugadores profesionales estadounidenses están sorprendidos por las distancias que logran algunos de sus jóvenes colegas recién llegados del mundo universitario, capaces de mandar la bola más allá de 280 metros de distancia con el driver. Una encuesta de la NCAA, que controla el deporte universitario en Estados Unidos, revela que el 1,3% de los golfistas ha tenido contacto con los esteroides y que el uso de anfetaminas aumenta al 3,5%. Las cifras parecen bajas, pero si las comparamos con los test de control a los que se someten los atletas olímpicos en Estados Unidos descubrimos que sólo un 1% es sorprendido por el uso de alguna droga ilegal. Por lo tanto es cierto que el golf tiene un problema.
Phil Mickelson considera que los golfistas están limpios y no cree que haya “ni una remota posibilidad” de que un golfista dé positivo por esteroides”. “Estamos ante una situación en la que todo el mundo tiene la impresión de que algo pasa pero nunca se ha logrado atrapar a nadie”, explica el presidente de la Comisión Médica de la Federación Francesa de Golf, una de las primeras voces en anunciar que algunos golfistas toman esteroides y anabolizantes para mejorar su rendmiento. Sus afirmaciones vienen avaladas por dos profesionales franceses, Gregory Havret y François Delamontagne, que han mostrado sus sospechas sobre el comportamiento de algunos de sus compañeros.
“El aumento de volumen muscular de algunos de los jugadores y la gran serenidad de otros mientras están en juego son sorprendentes”, dice Havret, mientras que Delamontagne afirma conocer a golfistas que “aumentaron su peso entre 10 y 15 kilos en un año”. Ambos reconocieron que algunos se niegan a competir en Francia por temor a ser descubiertos, lo que podría llevarles a la cárcel o a afrontar un proceso penal que acabaría con su carrera.
Distintas opiniones
Las leyes francesas, que otorgan la posibilidad de llevar a cabo controles antidoping a los deportistas que están en su territorio, provocaron que una quincena de jugadores se dieran de baja del Abierto de Francia de 1999 tras conocerse que se practicarían controles. Entre los que renunciaron se encontraba el escocés Colin Montgomerie, ocho veces ganador de la Orden de Mérito europea (siete de ellas consecutivas entre 1992 y 1999), que en aquella época estaba en su apogeo.
En los controles efectuados en Francia se han detectado los primeros positivos. Las drogas denominadas de uso social, como la cocaína, la marihuana y el éxtasis, fueron los productos descubiertos en los organismos de los golfistas. La primera conclusión es que no está demostrado que ninguno de ellos ayude a mejorar el rendimiento en el campo de juego. Los expertos en medicina deportiva no se ponen de acuerdo sobre qué sustancias pueden ayudar.
El australiano Craig Parry manifesta que en la década de los 90 hubo al menos tres jugadores, que no quiere identificar, que ganaron campeonatos importantes mientras consumían productos prohibidos. La aseveración no compromete a Nick Price que tomaba betabloqueantes para controlar su tensión arterial alta, una herencia familiar. “Cuando me medicaba no jugaba bien, en cambio cuando dejé de tomar betabloqueantes gané tres grandes”, explica.
El canadiense Richard Pound, presidente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), ha recibido los documentos de los laboratorios franceses enviados por la federación y que muestran casos de doping. Cree que están a tiempo de actuar después de la iniciativa emprendida por el Royal&Ancient Golf Club de St.Andrews que ya estableció controles durante la disputa del Mundial Amateur por equipos celebrado en Suráfrica.
Pound insiste en que hay doping en el golf: “Yo ciertamente lo sospecho y Player dice que lo reconoce. Es algo muy fuerte viniendo de alguien que sólo tiene la integridad del golf en su mente”, dice. El canadiense afirma que los circuitos profesionales deben poner manos a la obra. “Esta es su oportunidad para liderar y no para verse forzados a hacerlo. Por lo tanto les pido que empiecen ya. Deben hacerlo para mantener la iniciativa en lugar de esperar a que se produzca un escándalo. Entonces, todo el mundo del golf estará bajo sospecha. Háganlo antes de que se convierta en un problema público. Me anima mucho la iniciativa del Royal&Ancient respecto a los controles llevados al efecto en Suráfrica. También es alentador que jugadores como Tiger Woods pidan que la PGA haga análisis. Si el golf no tiene nada que ocultar, necesita mejorar los controles”, apunta el presidente de la AMA. Sin embargo el comisionado del PGA Tour americano, Tim Finchem, no cree que sea imprecindible empezar a controlar a partir del próximo año. “Estudiamos la situación con detenimiento. Hhemos comprobado es que los jugadores entienden que los esteroides y anabolizantes y otras sustancias ilegales violan las reglas. No hemos llegado a un punto en el que debamos preocuparnos”, piensa.
George O’Grady, director ejecutivo del PGA European Tour, piensa que deberían estudiar la situación. “Tomar al pie de la letra el código olímpico no es realista para el golfista ya que la actividad deportiva es distinta. No creo que tengamos un problema de dopage en el golf. Queremos controles transparentes y eso lo estudiaremos con instituciones reconocidas. Se requiere una exhaustiva investigación. Ahora nos adaptamos a la legislación vigente de cada país que visitamos”, concluye.
En un sentido parecido se manifiesta Sergio Gómez, representante de José María Olazábal. “Es un tema de definición, hay que establecer las fronteras. ¡A ver si el profesional no podrá tomar lo que está en venta libre en una farmacia y sí que lo podrá hacer el amateur!” Reconoce que ahora “hay más potencia, más fibra muscular. La farmoquímica ha mejorado mucho. Se han construído muchos cuerpos en los últimos cinco años y no todo ha sido a base de gimnasio”.
Para el asesor del doble ganador del Masters, “sigo pensando que los psicotrópicos no son efectivos. Si se usan no creo que beneficien en nada aunque los hay que aumentan el poder de concentración. Hay quien ha caído en la tentación, pero la fuerza mental de estos tipos es muy superior a la ayuda extra que puedan recibir. No creo que obtengan ningún beneficio”, explica.
De cualquier forma el uso de sustancias prohibidas es muy bajo. La mentalidad y la habilidad física y técnica que se necesita para el golf no se consigue con un medicamento. Lo peor es que los 70 millones de golfistas que hay en el mundo estarían dispuestos a pagar por ello. Pese a todo los profesionales quieren juego limpio y piden que se instauren controles.
Player insiste en que “nadie sabe cuántos son ni que toman. Pero todos los médicos que he consultado me dicen una y otra vez: ‘Gary, toma hormonas de crecimiento porque te hacen más fuerte, tu piel más fina, tu cabello más brillante’. Pero yo lo he rechazado porque no estoy seguro de qué consecuencias podría tener para mí”. Piensa que un 40 por ciento de todos los atletas de todos los deportes del mundo se dopan. “Uno mira a esos equipos de rugby y es obvio lo que está pasando”. Player desvela que él conoce a diez jóvenes que “toman algo”.
Las palabras de Gary Player han revolucionado el mundillo del golf. El veterano surafricano ha removido la conciencia del
entorno del golf.