La Cátedra Libre Antidrogas del Instituto Pedagógico de Caracas (Cliad), consciente de que se ha detectado que el inicio de muchos venezolanos en el mundo del consumo de estupefacientes es a partir de los 8 años, y aprovechando el inicio del año escolar, organiza un frente de apoyo a las niñas, niños y jóvenes, con la Comisión Metropolitana contra el uso Ilícito de las Drogas (Comecuid), de la Alianza para una Venezuela Libre de Drogas y de las alcaldías de la Gran Caracas, para la instrumentación de varias actividades que se expresará con pancartas en escuelas, colegios, liceos y universidades, y con la colocación de 50 mil lazos azules como símbolo de la prevención contra el uso indebido, ilícito e ilegal de las drogas.
«Los períodos claves de riesgo para el abuso de drogas son durante las transiciones mayores en la vida de las niñas y niños. La primera transición importante es cuando dejan la seguridad de la familia y van a la escuela por primera vez. Después cuando pasan de la primaria a la escuela media, y experimentan nuevas situaciones académicas y sociales, como aprender a llevarse con un grupo más grande de compañeros. Es en esta etapa la adolescencia temprana cuando hay más probabilidad de que las niñas y niños se enfrenten por primera vez a las drogas», según la guía de prevención del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA, siglas en inglés).
EL ABUSO PRECOZ El inicio temprano incluye, de acuerdo con investigaciones citadas por el NIDA, el tabaco, el alcohol, inhalantes, mariguana, medicamentos de prescripción como las pastillas para dormir y para la ansiedad.
«Si el abuso persiste más tarde en la adolescencia, se involucran más con la mariguana y después avanzan a otras drogas, mientras que continúan los excesos con el tabaco y el alcohol», a pesar de que «la mayoría de los jóvenes, sin embargo, no progresan al abuso de otras drogas».
La guía señala que cuando los chamos entran a la secundaria, confrontan más desafíos sociales, emocionales y académicos que los vividos en etapas anteriores de su escolaridad, y al mismo tiempo, pueden estar expuestos a más drogas, a abusadores de drogas, y a actividades sociales que involucran drogas. «Estos desafíos pueden aumentar el riesgo de que abusen del alcohol, del tabaco, y de otras sustancias».
También «la asociación con compañeros que abusan de las drogas a menudo es el peligro más inmediato para que los adolescentes sean expuestos a los excesos y al comportamiento delincuente», puntualiza la guía.
Adicionalmente, la deserción escolar producto de la pobreza o de la violencia intrafamiliar, sin importar el estrato social, aunada a múltiples factores, promueve la soledad en la infancia y adolescencia temprana, que es la oportunidad de los carteles de la droga y de las bandas juveniles de delincuentes para entrar en la vida de los pequeños y de los jóvenes.
Tanto los factores de riesgo para los niños, como las medidas de protección, pueden tomarse durante diferentes etapas de sus vidas, y en cada una de éstas, se puede ejecutar una intervención preventiva que va desde el preescolar hasta la adultez temprana, y más allá; sin embargo, lo ideal es atender las conductas agresivas a tiempo «con intervenciones familiares, escolares, y comunitarias dirigidas a ayudar a que las niñas y niños desarrollen conductas positivas apropiadas. Si no son tratados, los comportamientos negativos pueden llevar a riesgos adicionales, tales como el fracaso académico y dificultades sociales, que aumentan el riesgo para el consumo de drogas en el futuro».
En este sentido, los programas de prevención de la guía del NIDA, se enfocan en una intervención temprana en el desarrollo de las niñas y niños, para fortalecer los factores de protección antes de que se desarrollen los problemas de conducta.