Pocas veces todos los eslabones que forman parte de un sector económico se ponen de acuerdo. En el tabaco, esa coincidencia de pareceres ocurre y el motivo es una directiva europea que previsiblemente entrará en vigor en 2013. En realidad, se trata de una revisión de la norma sobre los productos del tabaco del año 2001. Aunque se encuentra en una fase primitiva, la UE ha deslizado tres propuestas que no gustan ni a agricultores ni a los estanqueros ni a las multinacionales. Se refieren a la obligatoriedad para las compañías de utilizar un empaquetado genérico, es decir, vender los cigarrillos en cajetillas uniformes, a la retirada o limitación de ingredientes que pueden utilizarse y a la prohibición de vender en máquinas expendedoras.
La Dirección General de Salud y Consumo de la UE presentará el borrador de revisión de la directiva, junto con el informe del impacto económico, durante el primer semestre de este año. Una revisión «altamente restrictiva», coinciden las partes afectadas, y con efectos colaterales en Extremadura, la principal región productora de España.
La posible imposición de que todos los paquetes de cigarrillos sean idénticos, sin identificación de marcas ni colores corporativos como sucede ahora, es visto como una opción dañina en lo económico, además de ilegal. Lo primero, porque acabaría con el signo distintivo de cada marca de tabaco, no distinguiría a una compañía de otra de la competencia, y lo segundo porque infringiría la normativa sobre propiedad y explotación de marcas y el principio de libre empresas, aseveran las multinacionales.
En Australia, la tabaquera Philip Morris ha demandado al Gobierno por sus planes para obligar, a partir del próximo mes de diciembre, a las compañías vender sus productos en cajetillas sin diferenciar, con idéntico formato y carentes de marcas y otros atributos comerciales. Y eso genera pérdidas, señala la primera multinacional tabaquera del mundo. «Todo influye. Y si las multinacionales tienen pérdidas, que nadie tenga la menor duda que lo sufriremos también los agricultores», explica Ángel Miguel Rubio, de la cooperativa morala Grutaba.
También lo rechaza la Unión de Estanqueros de España, que advierte que tendría unas consecuencias devastadoras para todo el sector al propiciar un abaratamiento de los precios y un incremento de las ventas de tabaco de contrabando y falsificado. España y en general Europa, «serían inundadas por tabaco importado de manera ilegal, sin haber pasado ningún control de calidad o seguridad alimentaria, ajeno a cualquier gravamen impositivo», añade. Con ese tipo de empaquetado lineal, las marcas «solo podrán competir en precio» para poder diferenciarse entre sí, explica la organización.
Miguel Ángel de la Marta es el propietario de uno de los estancos con más historia y mejores ventas de la capital autonómica. Su bisabuela, en plena de dictadura de Primo de Rivera, a mediados de la década de 1920, puso en marcha un negocio que mantiene su cuota de clientes. «La gente no deja de fumar. Quizás baja a partir de los 40 años por motivos exclusivamente de salud, no porque las prohibiciones o restricciones de los gobiernos surtan efecto», sentencia.
De la Marta añade que «si quitas el tabaco de estancos y máquinas en bares y restaurantes, la gente seguirá consumiendo pero lo hará con tabaco de contrabando. Es decir, empeorará la situación, no solo para el consumidor sino para el propio Estado, que dejará de ingresar muchos millones de euros en impuestos».
Los últimos datos conocidos sobre la venta de cigarrillos en España subrayan que la demanda sigue alta. Cerraron en enero con avances tanto en volumen como en valor tras acabar 2011 con un retroceso acumulado del mercado del 16,7%, según datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos.
En concreto, la comercialización de cigarrillos aumentó en enero un 5,7% con respecto al primer mes del año 2011 y recaudó 781,1 millones de euros, mientras que en volumen la venta de cajetillas se recuperó un 3,1% hasta 200 millones de envases. En el caso de los cigarros, la venta en volumen en el conjunto del mes alcanzó 135,4 millones de unidades (+35,1%), con un valor en expendeduría de 28,4 millones de euros (+26,4%).
Impacto
Otro punto de discordia de la normativa europea tiene que ver con la mezcla de tabaco. El que se consume habitualmente tiene la llamada mezcla americana, que requiere de una serie de ingredientes para aportar humedad y su sabor característico y que no aportan toxicidad añadida a la que ya tiene el producto. Bruselas maneja la idea de elaborar una lista común de los ingredientes que pueden o no pueden utilizarse.
La Organización Interprofesional del Tabaco en España, presidida por el jaraiceño Nicasio López, se atreve a cuantificar el perjuicio de esa posible decisión comunitaria: más de 20.000 familias se verán afectadas en España si se prohiben los ingredientes añadidos en la elaboración de cigarrillos. «Pondría en grave riesgo el cultivo del tabaco en España y particularmente en Extremadura», dice López. La asociación cree que la supresión de ingredientes supondrá el fin de las variedades que se cultivan en nuestro territorio. La principal es la Virginia, seguida de la Burley (abocada a su desaparición con esa norma) y la Kentucky. Todas ellas suponen casi 32.000 toneladas anuales en la comunidad autónoma extremeña.
La directiva pensada por la Comisión Europea se extiende también a otros ámbitos. Abogaría por la prohibición de mostrar el producto y promocionarlo en los puntos de venta y prohibir las máquinas automáticas ahora existentes en hostelería, quioscos y tiendas de conveniencia. «Me parecen medidas muy fuertes y no creo que eso sirva para mucho. Es un problema de mentalidad que no se cambia de la noche a la mañana», subraya Sabina Domínguez, propietaria del restaurante Rex Numitor, en Mérida.
La hostelería y la restauración muestran un evidente malestar por la sucesión de normativas y, en algunos casos, los cambios de algunas desarrolladas que conllevan mucho dinero para volver, a renglón seguido, a la situación primitiva. «No se puede prohibir fumar totalmente en los locales para que ahora digan que van a permitirlo», concluye Domínguez.
En todo caso, tiene claro que «la pesadez del cliente, que muchas veces quiere fumar dentro cuando no hay nadie y sabe que está prohibido» y el consumo de tabaco -«mucha gente no ha cambiado el chip»- no se cambian por decreto.
El resumen que hacen todos los actores del entramado productivo tabaquero es que no se tiene en cuenta el impacto económico y social ni la considerable pérdida de puestos de trabajo que la medida que sopesa Bruselas podría suponer para comunidades como la extremeña. El hecho de que el Parlamento Europeo haya rechazado la propuesta sobre la introducción del empaquetado genérico de cigarrillos en Europa es bien visto desde el conjunto del sector, que añade que Francia, un país de peso, también está en contra de la medida por ser demasiado restrictiva.
«Las autoridades nacionales y regionales deben defender los intereses de los productores y transformadores extremeños de la hoja de tabaco durante el proceso de revisión de la directiva», finaliza Nicasio López.
EN SU CONTEXTO
85.000
respuestas ha recibido la Comisión Europea tras poner en marcha una consulta pública en torno a la revisión de la directiva sobre productos de tabaco. Se hizo entre el 24 de septiembre y el 17 de diciembre de 2010
61
millones de cigarrillos (cajetillas de 20 unidades) se han vendido en Extremadura hasta el 30 de septiembre. A eso se suman 47 millones de cigarros, según datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos
92,5
por ciento de la producción nacional de tabaco se concentra en Extremadura, con cerca de 2.2o0 productores. El resto de las zonas tabaqueras están en zonas muy reducidas de Granada, Ávila y Navarra
20.000
empleos mantiene directamente el tabaco en la comunidad autónoma. Los ingresos económicos que genera el sector, según datos de 2009, superaron los 125 millones de euros entre las primas y el precio comercial