La economía de Afganistán está «moldeada por su fragilidad y la dependencia de la ayuda», asegura un reporte del Banco Mundial publicado a principios de este año.

Aunque tras dos décadas de la caída del Talibán las condiciones de vida en Afganistán habían mejorado, así como su sistema educativo y de salud, los dirigentes nunca lograron fortalecer la economía formal del país ni acabar con su dependencia de la ayuda extranjera, que financia el 75% del gasto público.

Ahora, con los talibanes nuevamente en el poder, las perspectivas económicas son aun peores.

Se espera que el dinero extranjero deje de fluir, golpeando fuertemente las arcas del Estado. En 2019, el Banco Mundial estimó que dicha ayuda equivalía al 22% de su ingreso nacional bruto.

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