¿Qué ocurriría si la adicción a las drogas se pudiese prevenir gracias a una vacuna, igual que sucede con muchas enfermedades infecciosas? ¿Si, con un pinchazo, los adictos se volviesen inmunes, y ya no solo dejasen de sufrir el síndrome de abstinencia, sino que su cerebro tampoco encontrase el menor estímulo ante el efecto de las drogas? Se trata de una idea que se gestó por primera vez en la década de 1970, pero es ahora, impulsada por el auge de las investigaciones científicas contra la COVID-19, cuando la inmunoterapia ha comenzado a dar los primeros frutos para conseguirlo.

La biotecnológica InterveXion, en colaboración con la Universidad de Arkansas, ya está ensayando en seres humanos la efectividad de un anticuerpo contra la adicción a las metanfetaminas. Y otra compañía norteamericana, Cessation Therapeutics, también iniciará en breve los ensayos clínicos de su tratamiento contra el carfentanilo, un opioide sintético muy potente. Pero aún queda mucho camino por delante. En el mejor de los casos, aunque la fase clínica de ambos concluyese con éxito, ninguno podría estar comercializado antes de 2025. Y eso, contando con que puedan superar satisfactoriamente los ensayos en humanos, la verdadera prueba de fuego de cualquier medicamento antes de su comercialización.

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