Desde ayer rige el decreto que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el lunes. En ningún lugar público cerrado se podrá encender un cigarrillo, sean bares, administración estatal o privada, clubes deportivos y sociales.

La medida será más dura en 180 días, con el reglamento: estará prohibida su publicidad y las tabacaleras no podrán auspiciar ningún evento. Aunque estas tendrán un año para agotar el stock y en las cajetillas incluyan, en el 50% de su superficie, advertencias sobre el peligro del tabaco para la salud.

Argentina venía trabajando en leyes antitabaco, pero eran provinciales (esta es nacional). En Buenos Aires, por ejemplo, el 31 de diciembre terminaba la licencia para que los bares de más de 100 m² habilitaran un espacio de fumadores totalmente cerrado de 30 m²; en Mendoza, el tabaco se aceptaba en casinos.

La restricción, genera reacciones. Rafael se pregunta: “¿Te imaginás a la Policía prohibiendo fumar un cigarrillo en el estadio? ¡Si ni siquiera pueden evitar que fumen porros! ¿Cómo tranquilizás la ansiedad de un superclásico sin un pucho?

Leonel, cliente del Café La Paz, en la calle Corrientes, en cambio, comenta: “Es la tendencia. Me parece bien. Así quizá fumo un poco menos”.

Para Mario Virgolini, del Programa Nacional del Control de Tabaco, “con la vigencia de los ambientes 100% libres de humo se equipara el derecho a la salud de todos, porque el daño que causa al no fumador, no estaba contemplado en una norma”.