Las «mulas» son el eslabón más débil en la cadena del tráfico de cocaína. El que puede morir sin ser identificado. Estas personas corren un riesgo extremo. Al llevar importantes cantidades de droga en el estómago se exponen a morir si una de las cápsulas explota. La cocaína les produce una intoxicación, generándoles un paro cardiorrespiratorio. En caso de correr con suerte en esta experiencia inicial, deben sobrevivir a los narcos, que en la necesidad de encontrar su mercancía, abren a sus mulas y una vez que recuperan la droga, tiran los envases sin vida en algún descampado. Para los envases humanos no hay muchas posibilidades. La pobreza, la necesidad, la propuesta, tragar y cruzar las fronteras.

Según publica hoy Pagina 12, una investigación judicial revela que sólo en la ciudad de Buenos Aires durante los años 2005 y 2006 aparecieron siete cadáveres de personas «ingestadas» con envoltorios de cocaína. Dos de esos cuerpos muestran la cara más sofisticada del negocio global de la droga: una joven mujer y un hombre aparecieron «eviscerados». Un profesional, al menos un médico cirujano, operó a las mulas para quitarles la costosa carga que llevaban encima. Es parte de la lógica de los negocios del narcotráfico; poco está librado al azar. En los diálogos de los narcos queda claro qué son los correos de drogas para las organizaciones que los reclutan.

La tendencia creciente es imparable. Las mulas son un método hormiga pero efectivo de transporte de droga. Cada persona puede llevar hasta un kilo de droga. El riesgo de un solo y enorme envío se divide por cientos o por miles. Los grandes embarques en buques que salen de los puertos de Buenos Aires, Campana y Mar del Plata tardan en llegar a destino, y si caen significan pérdidas millonarias. Nada es tan dúctil, urgente y efectivo como un correo humano. Las necesidades del mercado argentino, por un lado, y del mercado europeo, por otro, suelen ser cambiantes. Como en todo juego de oferta y demanda, en el de las drogas, la demanda manda.

En lo que va de 2006 –la información está actualizada hasta septiembre–, de las 52 mulas detenidas, el 20 por ciento estaban ingestadas. En total, entonces, en sólo nueve meses en Ezeiza cayeron 19 mulas ingestadas, a razón de una cada quince días. Si a esta lista le agregamos los siete que murieron, el número de mulas descubiertas sube a 26.

Un estudio de los peritos de la Corte Suprema dice que hubo seis casos de muertes por absorción de una cápsula y otros 59 en que hallaron presencia de cocaína aunque no se determinó si fue causal de muerte o simplemente los difuntos eran consumidores.