Se podría decir que la vanidad es un poderoso enemigo del hombre. Pero no sería totalmente justa esta observación pues la vanidad, bien llevada, es una aliada de muchas conquistas y gratas relaciones.

Lo que sí, definitivamente, debe pensarse es que esa misma vanidad puede llegar a ser una pésima consejera. Vanidad para verse más delgado, ser el más bello, tener los músculos mejor torneados… O vanidad para ganarles a todos y superar, a cualquier precio o sacrificio, cualquier marcación anterior.

Es un poco y a vuelo de pájaro lo que se deduce de una práctica cada vez más aplicada entre quienes practican deportes o ejercen alguna actividad física. En el mundo pero también en Colombia. Se trata de la práctica de consumir distintas drogas en el momento del ejercicio. Drogas para desarrollar y fortalecer los músculos, para adelgazar, incrementar la resistencia, ahuyentar el cansancio… En fin, drogas «milagro», creadoras de grandes ilusiones pero culpables también de serias complicaciones.

Estudios adelantados en el país indican que entre el seis y el 11 por ciento de los estudiantes deportistas consumen algún tipo de estas sustancias. Es decir, que se dopan. Término duro que de inmediato produce rechazo pero que se aplica su se tiene en cuenta la definición que del mismo da el Comité Olímpico Internacional. La entidad dice: Dopaje es la administración a un deportista o la utilización por él o ella de cualquier sustancia extraña al organismo o de una sustancia fisiológica en cantidades o por vías anormales con la intención de incrementar de una manera artificial o ilegal su rendimiento en competición«.

Sin lugar a dudas, una gran mayoría de personas -hombres y mujeres- que acuden a estas sustancias desconocen que, al consumirlas, ponen en riesgo su salud. Y que, a mediano o largo plazo, les pueden desencadenar reacciones y daños irreversibles. Lo desconocen porque, en apariencia, son productos llamados únicamente a potencializar su desempeño. Muchas de esas sustancias, además, en la etapa inicial, desatan reacciones favorables como pueden serlo el incrementar la confianza en uno mismo, infundir sensación de seguridad y ofrecer una mayor resistencia al dolor.

¿De qué sustancias se habla?


El médico Antonio María Flórez, especialista en drogodependencia y en medicina deportiva, investigador en ambos campos, las cita: son estimulantes, analgésicos narcóticos, esteroides anabolizantes, bloqueadores beta-adrenérgicos, diuréticos y hormonas péptidas. Su administración puede hacerse a través de inyecciones intravenosas y/o mediante pastillas.

El doctor Flórez se detiene sobre dos grupos, quizás los de mayor consumo: los esteroides anabolizantes que él prefiere denominar esteroides anabólico-androgénicos, y los estimulantes de tipo anfetamínico. A continuación, se exponen los efectos y consecuencias del uso de cada uno de estos grupos de sustancias dopantes.

Los esteroides, pueden ser fatales

Se habla de los esteroides anabolizantes y androgénicos (EAA). Los deportistas los utilizan con distintos fines, de los cuales los principales son:

Causas físicas: Aliviar el dolor, rehabilitar lesiones, aumentar la energía y la alerta, controlar el peso corporal.

Causas sicológicas y emocionales: vencer el miedo al fracaso, incrementar el deseo de ser competitivo, ganar confianza en sí mismo, alcanzar el perfeccionismo.

Causas sociales: emular o buscar parecerse a grandes competidores, recibir apoyo social, enfrentar la presión de compañeros.

Entre muchas otras funciones, las EAA suelen estimular el desarrollo muscular y óseo, e incrementar la producción sanguínea (hematopoyesis). Pero también actúan en una mayor secreción de testosterona, hormona masculina, y principal esteroide anabolizante natural.

Según los especialistas, estas sustancias pueden no producir efectos adversos o negativos de inmediato. Sin embargo, a mediano y largo plazo, pueden ser fatales. Estos son algunos de estos perjuicios:

– Atrofia testicular. El daño es progresivo: comienza con la detención del proceso normal de la producción de testosterona en el testículo. Esto afecta la maduración de los espermatozoides lo que lleva a la atrofia.

– Afectación de la menstruación en las mujeres, y efectos virilizantes. Puede crecer el tamaño del clítoris.

– Crecimiento anormal de senos en hombres.

– Alto riesgo de enfermedades coronarias a temprana edad debido al incremento del colesterol libre y a la disminución del colesterol de alta densidad.

– Graves manifestaciones hepáticas ocasionadas con las presentaciones orales, que llegan hasta la aparición de cáncer.

– Aumento de la agresividad y hasta comportamientos violentos.

– Trastorno maníaco depresivo, neurosis, depresión.

– Irritabilidad, mal humor, trastornos del sueño

– Pérdida del cabello (también en mujeres), acné.

– Ictericia e infecciones bacterianas.

Las anfetaminas potencian, pero…

Potencian el estado de alerta y el rendimiento físico, la autoconfianza e infunden una sensación de euforia. Son utilizados como «quemadores de grasa», relajan la musculatura bronquial, aumentan la frecuencia cardiaca, producen vasodilatación en los músculos y vasoconstricción en la piel.

Aparentemente, estas reacciones podrían ser benéficas en el momento en que se practica un deporte o se hacen ejercicios. Sin embargo, el mal uso de estas sustancias lleva también a consecuencias negativas (algunas se manifiestan en tiempo corto), entre las cuales:

– Dependencia física y síquica

– Tolerancia, o necesidad de consumir cada vez mayores dosis para alcanzar los mismos efectos

– Intranquilidad y nerviosismo

– Trastornos del sueño

– Pérdida de peso inicial que luego se reversa

– Riesgo de toxicidad cardiovascular

– Arritmias cardíacas (culpables a menudo de infarto)

– Deshidratación, aumento de la temperatura corporal

– Riesgo de un «golpe de calor» con colapso cardiovascular

– Trastornos siquiátricos, alucinaciones y síndromes de persecución.