Mujer, mediana edad, con una vida estructurada y un estatus socioeconómico medio, que abusa del alcohol y/o de los psicofármacos y lo hace de manera normalizada. Detrás, soledad, que lleva a la depresión y, también, mucho trastorno de ansiedad. Una espiral que no cesa. Lo advierte Ruth Martínez, psicóloga y directora de los programas de alcohol de Proyecto Hombre Castilla-La Mancha. Habla de un perfil muy determinado que cada vez ven con más frecuencia. El de mujeres mayores que consumen en silencio, casi de manera invisible y a las que se encuentran «dañadísimas». Que llevan años mezclando hipnosedantes y alcohol y a las que se les hace menos seguimiento que a las más jóvenes.
Las mujeres representaron el 16,7% del total de personas atendidas por la asociación en 2023, dos puntos menos que un año antes, pero 2,5 puntos más que en 2014, según el Informe del Observatorio Proyecto Hombre sobre el perfil de las personas con problemas de adicción en tratamiento presentado en junio, que desvela enormes diferencias por sexos. Sobre las mujeres ha puesto el foco la asociación.
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