A Alfredo (nombre ficticio) le costaba dormir. La ansiedad que le provocaba el trabajo le tenía en un estado de tensión constante. Una breve visita al médico le bastó para conseguir la receta de una pastilla que se convertiría en su compañera de viaje durante años: un ansiolítico. Tan inseparables se hicieron que tardaron 5 años y un accidente de coche en terminar su relación. Supuso el fin de su idilio con las benzodiacepinas.

Puede que gran parte de la población no sepa identificar estos medicamentos, pero si hablamos de ValiumOrfidalLexatín o cualquiera de los numerosos acabados en -Zepam, como Diazepam o Lorazepam, muchos lo localicemos en casa. En España, según datos del Ministerio de Sanidad, una de cada diez personas toman estos fármacos a diario, siendo uno de los países de la Unión Europea que más consumen

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