Se llama cooxímetro y, pese a lo complicado del nombre, es un instrumento útil para alertar a los fumadores de los riesgos que corren. Esta especie de tabaquímetro mide los niveles de monóxido de carbono, una sustancia mucho más frecuente entre los fumadores. La combustión del tabaco genera el monóxido de carbono que desplaza al oxígeno e impide que llegue a las distintas partes del cuerpo. Efectos? El riesgo de enfermedades cardiovasculares es más alto entre los que fuman.

Las jornadas sobre el tabaquismo celebradas ayer en Oviedo sirvieron para valorar la eficacia de este chivato de la nicotina. El sistema es sencillo. Basta con inspirar, aguantar la respiración y soltarla de golpe sobre el dispositivo. En apenas segundos tenemos la medición. Pablo obtiene un 2. El resultado testimonia que la persona sometida a estudio es no fumadora. Dos partes de monóxido de carbono por millón indican que el nivel de tóxicos en el organismo es provocado por la simple contaminación atmosférica. Luis tiene menos suerte. La repetición de la prueba arroja ahora resultados muy diferentes. Saca un 20, normal para un fumador de una cajetilla diaria.

La reacción de los fumadores suele ser de sorpresa. Algunos de ellos se muestran incrédulos ante los altos niveles de contaminación interna . Bastaba con acercarse ayer al Auditorio de Oviedo para comprobar la dispar reacción de los participantes. Soledad Pérez Vidal, médica del Centro de Salud de El Quirinal, en Avilés, asegura además que el cooxímetro puede utilizarse como instrumento de control para quienes han dejado de fumar. Basta con repetir las pruebas con cierta frecuencia para comprobar in situ si el fumador o exfumador se engañan y engañan. El cooxímetro delatará la presencia de altos niveles de monóxido de carbono y, por lo tanto, permitirá comprobar si la persona que ha decidido dejar el tabaco ha cumplido con la palabra.