¿De dónde vino la idea de crear una fundación que promueva el buen uso del tiempo libre?
Cuando estaba estudiando teatro en Canadá, trabajé durante seis meses en una obra de teatro que se llamaba La conquista real del sol. Para presentarla tenía que hacer largos trayectos desde Vancouver hasta algunas ciudades de Alaska. El personaje era un oso amarillo con cachetes rojos. El trabajo era arduo y cada vez que llegaba a un pueblo iba en las noches a beber cerveza y al día siguiente llegaba enguayabado a la obra. Los niños fueron perdiendo la atención en el personaje, porque no irradiaba la energía para entretenerlos.
¿De alguna manera los niños fueron la cura al alcoholismo?
La Fundación Planeta Niños me mantiene vivo, porque siento que a raíz de mi experiencia en la droga y el alcohol puedo enseñarles a enfrentar ese mundo con la actuación. Puedo formar un espíritu lleno de valores con los cuales puedan elegir qué les conviene.
¿Qué proyectos tiene la fundación para el futuro?
Estamos a punto de abrir la convocatoria para los nuevos talleres de actuación. De hecho, este sábado 9 de mayo los niños de la fundación van a estar en el colegio Gimnasio Moderno, desde las 8 de la mañana, realizando inscripciones para quienes quieran tomar los talleres. Asimismo habrá teatro, coreografía y música realizada por los niños.
¿Qué otras cosas lo hacen sentir satisfecho, aparte de la actuación y la fundación?
Vivir en mi casa en el campo, que construí durante 35 años, lejos de la ciudad, sembrando árboles. Gozo del silencio, rodeado de las obras de arte de pintores y escultores, escuchando música de los 60.
En su trayectoria como actor, ¿qué personaje le ha gustado interpretar?
En El precio del silencio hice uno de los primeros papeles de mafioso en este país. Gustavo Bolívar escribió la historia de un mafioso que tenía media cara quemada; era un tipo malo. Me gustaría hacer el papel de malo, clase baja, que se mueve en el bajo mundo, que es algo que no conozco.
Una anécdota de sus primeros trabajos en comerciales
Tenía 14 años cuando doña Gloria Valencia de Castaño tenía la HJCK y me invitó a realizar cuñas radiales. Una vez estaba el padre Rafael García Herreros y me dijo que le hiciera una cuña que decía: «Si hay una desgracia en su familia, compre los sufragios del Minuto de Dios». Cuando salí al aire me equivoqué y dije: «Si hay una desgracia en su familia, compre los naufragios del Minuto de Dios».
¿Y usted sabía qué significaba sufragio?
No, el padre García Herreros se acercó y me dijo: «Jovencito, usted no sabe qué es un sufragio, ¿verdad?». A mí nunca se me había muerto alguien, no tenía idea.
¿Cómo fue su paso por la radio?
En los años 50 empecé en un programa radial que hice en Cartagena. Se llamaba Estéreo Cita, «una cita estereofónica con la juventud cartagenera». Fue maravilloso, porque no tenía dinero para mantener vivo el proyecto y tuve que buscar publicidad en Cartagena. Entonces la cuña era: «Bueno, ahora vamos a escuchar a Enrique Guzmán, mientras nos deleitamos con una deliciosa Kola Román y unas galleticas Benedetti… mientras nos estiramos en esta deliciosa playera de Industrias Metálica de Palmira».
¿Y verdad que hasta enseñó a bailar twist por radio?
Sí, les decía: «Cojan una toalla y ahora póngansela en la espalda y séquense mientras mueven la cintura».