Un gramo de cocaína en Barcelona cuesta entre 60 y 70 euros. Son unas veinte rayas, aproximadamente. El speed, para algunos la cocaína de los pobres, es mucho más barato; entre 15 y 30 euros. Las pastillas de éxtasis se pueden conseguir por seis y 10 euros. “Han subido de precio, pero también lo ha hecho su pureza”, explica la farmacéutica Mireia Ventura desde las oficinas de Energy Control en Barcelona, un buen termómetro para conocer el mercado de la droga y sus variaciones en función del contexto. La pandemia, por ejemplo, ha vuelto a demostrar la “gran resiliencia” de los narcotraficantes. Lo refleja la pureza de las sustancias, que apenas se ha visto alterada.

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